Que no te sorprenda
si abandono la frágil piel
y mi sonrisa pétrea
hago realidad al volver.
No te sorprendas si me ves
sumergirme en un corazón de roca,
abrir mis alas cual velas
que al viento son sólo losas.
Que no te sorprenda
si empiezo un estático vuelo
y con las piedras que me arranqué
el alma me despellejo
hasta ver fluir la roja,
desnuda y liviana estela
del dolor sabio de Febrero.
Mis labios plúmbeos se harán
ebúrneos de tanto viento,
no querré el suelo mirar
para ver que no me muevo.
La tierra que ahora siento
ayer la dejé atrás,
cada mañana despierto
en un nuevo gastado final.
Que no te sorprendas espero
cuando veas como yo
que la razón de ser del cero
es todo tu alrededor.
Mis ojos de embustero,
de un suave fuego de cristal,
se tornan en carbón
para no ver nada más,
para no ver lo sincero
que es el llanto aquí en Nod,
para no ver que no hay sentido,
ni rima,
ni bondad,
ni razón, ni alma, ni Dios.
Metal y piedra es mi infierno
de luces y de calor,
ahora el aire fresco,
con ganas de encarcelarme,
sopla contra los hierros,
contra el lítico ser yo.
Y que no te sorprenda
si caigo,
pétrea sonrisa, pesadas alas,
finos ojos, plúmbeos labios,
y, segundo a siglo, en el barro
me hundo sin ningún temor.
si abandono la frágil piel
y mi sonrisa pétrea
hago realidad al volver.
No te sorprendas si me ves
sumergirme en un corazón de roca,
abrir mis alas cual velas
que al viento son sólo losas.
Que no te sorprenda
si empiezo un estático vuelo
y con las piedras que me arranqué
el alma me despellejo
hasta ver fluir la roja,
desnuda y liviana estela
del dolor sabio de Febrero.
Mis labios plúmbeos se harán
ebúrneos de tanto viento,
no querré el suelo mirar
para ver que no me muevo.
La tierra que ahora siento
ayer la dejé atrás,
cada mañana despierto
en un nuevo gastado final.
Que no te sorprendas espero
cuando veas como yo
que la razón de ser del cero
es todo tu alrededor.
Mis ojos de embustero,
de un suave fuego de cristal,
se tornan en carbón
para no ver nada más,
para no ver lo sincero
que es el llanto aquí en Nod,
para no ver que no hay sentido,
ni rima,
ni bondad,
ni razón, ni alma, ni Dios.
Metal y piedra es mi infierno
de luces y de calor,
ahora el aire fresco,
con ganas de encarcelarme,
sopla contra los hierros,
contra el lítico ser yo.
Y que no te sorprenda
si caigo,
pétrea sonrisa, pesadas alas,
finos ojos, plúmbeos labios,
y, segundo a siglo, en el barro
me hundo sin ningún temor.