Uno nunca debió ser dos

| 1 Comment
Noche tras día
vivo el sabor de la nada,
las paredes me aplastan,
no puedo respirar,
sueño con la salida.
Salida que no está,
no es más que ilusión chamuscada,
la calle anestesia el alma,
pero el dolor nunca acaba.

Cuando has visto morir
al amor que te dio la vida
¿qué te queda por sentir?
El dolor y el miedo te enfrían,
mueren tus expectativas.
Enciérrate y grita
muy bajo, que nadie te oiga,
susurra a chorros el dolor,
que sólo te conozcan la alegría.
No dejes de creer en el amor,
aunque no tenga sentido,
aunque sea una mentira,
cree aunque no lo creas,
ni lo veas,
aunque lo hayas visto herido,
sangrante, agonizante,
tu salvación puede ser ella.
Pero el dolor nunca cesa,
es algo que he aprendido;
aunque parezca que no
la herida sigue abierta,
aunque no prestes atención
la sangre siempre regresa.
Y por eso en mi habitación
los pies y el alma me pesan,
cero concentración,
mente voladora, dispersa.
No quiero compasión
ni quiero compartir penas,
sólo cambiar de tema,
alguien que me devuelva
mi hastiada respiración
para no asfixiarme cuando vuelva
solo a mi desolación.

Y siempre me faltan fe
y ganas de ver el sol.
Me sobran miedo a perder
y ganas de matar al dios
que me dejó un ayer
y el mañana lo rompió.
Me falta luz para ver,
me sobra siempre corazón.
Footsteps.JPG

1 Comment

Wow, this post is good, my sister is analyzing these kiinds of things, so I am going to tell her.

Leave a comment