December 2010 Archives

gotas

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Como cada invierno, la vida me recuerda que es fría. Veo un arcoiris por la ventana. Llueve. El cielo no sonríe. El cielo da asco hoy. Y, como cada invierno, me llevo las manos al corazón y me recito los motivos para seguir adelante. Y como cada veintidós de diciembre, un trozo de papel amenaza con sacarnos del barro. Otra vez será, como siempre, como cada invierno...

distorsión

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-Te noto cambiado, diferente, como vencido...
-¿Vencido?
-Sí.
-Será... Tu estabas más guapa antes.
-¿Cuando?
-Cuando me querías.
-¿Seguro?
-Ya no estoy seguro de nada... digamos que es una corazonada.

La ciudad vencida

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Despierto entre aceras partidas
y asfaltos raídos a golpe de rueda,
donde despiertan miradas desconocidas,
la gente es gente
y la vida, puertas.
La ciudad se compone de líneas rectas
en constante lucha fratricida,
con golpes siempre presentes,
con futuros siempre en guerra
contra los callejones sin salida
y los motores y los perros y la tinta.

Aquí, en la ciudad vencida,
los poetas se deshacen bajo tierra
y sobre ella, cada día, se venden
por su alma o palabras o monedas.
La noche siempre se desvela
entre choques casuales de vidas
y las luces, como serpientes,
recorren las calles de siempre,
quemando pasos y lágrimas y colillas.

En la ciudad vencida
hay un monstruo de tela
que mata hombres y mujeres
y los guarda en su nevera
y los convierte en mentiras
grises, veloces, frías.
Ya no hay casas de madera,
hay tiempo y salarios y vigas.
Y si a tu espalda sientes
algo extraño que brilla,
no es tu dios ni tu oro
es la señal del preaviso
(con los impresos pertinentes
cumplimentados debidamente
por duplicado, antes del día veinte)
del presagio que te revela
el momento de tu muerte.

Las calles son guías
y el cielo nunca es verde.
Las calles que no se iluminan
lloran privameras
y se iluminan al verte.
Quien no te ama ni te espera
ya no lo hará otro día,
para quien ni amen ni esperen
no habrá más día que el siguiente.
En la ciudad dormida
ya no existe el presente,
sólo sombras y estelas.

En la ciudad vencida
nada se detiene,
sólo los trenes.
salida de emergencia for blog.jpg

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Libero mentiras
en el ruido de andenes,
mentiras amarillas.
En la ciudad vencida
nada se detiene,
sólo los trenes.
No me mires así, que sigo vivo. Simplemente hoy no es el mejor día de mi vida. Ni la mejor semana. Ni el mejor mes. Ni la mejor etapa. Y si no te sonrío es porque no tengo ganas de sonreir. Ni motivos para ello. Ni fuerzas. La vida sigue, igual. Cada día me cuesta más despegar los pies del suelo en cada paso, cada día odio más irme a la cama, cada día me da más miedo levantarme. Cada día me importo menos. Cada día me conformo con menos, si se trata de mí. Y si no se trata de mí, cada día es más difícil conformarme. Y no me mires así, que no voy a hacer ninguna locura. Sólo intento pasar el rato y buscar mi paz de espíritu. La vida sigue, igual. Ni bien. Ni mal. Ni regular. 

utopía

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¿No lo hueles? El mundo es una mierda. Por eso yo ya no voy a quejarme, porque llevo quejándome toda  mi vida. Deberíamos hartarnos todos, no sólo yo. Deberíamos salir a la calle con bidones de gasolina y mecheros. Deberíamos salir a la calle con cuchillos y rabia. Deberíamos salir a la calle y, en absoluto silencio, destruir el mundo hasta los cimientos. Acuchillar a todo el mundo, quemar cada palmo de tierra, derribar cada edificio, borrar todo rastro de vida. No como acto político, no como solución, sólo destrucción. Y cuando todo hubiera acabado, el último hombre o la mujer que quedase en pie debería rajarse el cuello con su cuchillo. Así todo se iría a la mierda. Y la mierda que fuimos en mierda descansaría.