February 2011 Archives

| 1 Comment
llegar a casa
y la piel es la misma,
la vida es igual

Sol de febrero

| No Comments
El cielo se resquebraja
entre aullidos de agonía
que parten ramas
y las ramas sangran muerte
y acechan tras cada esquina.
En el camino surgen ratas
que arrastran un cuerpo inerte
con las cuencas ya frías,
se desatan
y chillan (están vivas)
y muerden la mirada de la suerte;
no quieren alma,
no quieren arma.
Y una canción se pierde,
llena de notas vacías,
llora,
enrojecida, furiosa,
por olvidar su melodía.
Fue triste, pavorosa,
descarnada, sola, fuerte.
Ahora...
Ahora ya no hay ahora,
ya no hay mentiras,
sólo silencio demente
de mente.
Y el pasado es un porqué,
del presente una respuesta
y las ratas en la sien
y las ramas siguen muertas.

humo azul

| No Comments
He soñado tanto contigo que ya es imposible que seas real. He dicho tantas veces tu nombre, falso, que ya no puede ser tuyo. Así, cada día, renaces y mueres, a la sombra de mis párpados. Así, cada día, obras milagros mientras sale el sol y una voz, una voz que nunca podrá ser tuya, me susurra historias y canciones. Y, al despertar, cuanto más te conozco, más desapareces.

En los ojos

| No Comments
Abren unos ojos,
en negro,
el tiempo tropieza,
corriendo.
Oculto entre telas,
veneno,
el color amarillo
de besos.
Amarillos rastrojos,
enfermos,
de locura amarilla
y hierrro
de nudillos rojos,
tan secos.
La sangre gris,
de enero:
la furia gris,
febrero;
no tiene fin
el velo
morado que corta
los cuellos.
Azules las horas
del cielo,
azul es la piel,
huyendo
del blanco papel,
eterno,
del brillante, blanco, claro
encierro.
Verdes alas rotas
al viento
naranja, ardiente
de invierno.
Morados los pies,
cemento,
y las frías cadenas
de infierno.
Oscura paleta
espejo
de oscuros colores
de sueños.

sinapsis

| No Comments
Yo lo he creado y yo lo destruiré cuando crea conveniente. Ni Dios ni Satán van a arrebatarme este mundo de las garras. Y si muero pienso llevarme todo conmigo y enseñaros a todos lo que es la vida después de mi muerte. 

tibio

| No Comments
Nuestras necesidades no nos necesitan, no tienen por qué. Ese es el principio de la tragedia humana. El resto son sólo lloros ya inútiles, ecos de nuestro llanto primigenio, el que pugnaba por hacernos sobrevivir, el que luchaba por el oxígeno.