April 2011 Archives

ralentí

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The worthless shave: a selfstereo tale about nothing.

the world is kold up here II: so kold.

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Nos encontramos con aquellos escaladores de los que tuvimos noticias hace tiempo, ahora van a concedernos una entrevista en exclusiva. ''Para nuestra sorpresa, después de tanta escalada, aquel sitio no era la cima, no podía serlo; así que rebañamos los huesos del hermano de Gerald (sí, al final todos cedimos) y seguimos escalando.'' Ah, el hermano de Gerald... Pero... ¿Seguisteis escalando? ¿Cómo? Aquel sitio era la cima. ''Ya... Pero... No sé, no lo parecía, no podía ser la cima, así que añadimos más.'' Ahá... ¿Y tenéis pensado volver? ''No.'' ¿No? ¿Por qué no? ''No se puede.'' ¿Cómo no va a poderse? Si habéis subido... ''Pero, como he dicho, hemos ido añadiendo más y más... Y lo que hemos añadido lo hemos conseguido desmontando la parte de abajo de la montaña... Ya sólo nos queda seguir subiendo a medida que esto crezca.'' Pero... Entonces... ¿Sobre qué se sostiene todo esto? ''Sobre nada.''

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el brillo del Sol

hace pasar el tiempo,

le doy la espalda

kaleidoscope

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Zack nunca tuvo otra meta que escapar de este barrio asqueroso. Ash Town nunca fue suficiente para él. Nunca fue nada. Tenía mil planes y todos empezaban por robar una bici y salvar a la chica. Quién era la chica era algo que aun no había decidido. La salvaría, fuera quien fuese. Después escaparían en la sombra, en silencio entre los callejones, buscando algún hueco en la puerta de atrás. O conseguirían un arma y saldrían por delante, atravesando los puestos de vigilancia. Puede que los soldados les persiguieran o puede que no, aquel barrio nunca le quiso. De cualquier modo, tendrían que escapar a toda velocidad, juntos, bajo la luna, con aquella bicicleta azul. O roja. O verde. O amarilla. O negra. Había oído hablar a los soldados de Puerto Azul, la capital, quizá llegaran allí. No lo sabía, no conocía nada nada más allá de las alambradas. Quizá Puerto Azul nunca existió. Quizá resultaba herido. Entonces tendría que morir en los brazos de ella, fuera quien fuese, besándola. Lo importante era escapar. Lo importante era la bici. El resto no importaba. Lo importante era ella, fuera quien fuese. Y su abrazo mientras huían tan asustados como esperanzados. El último minuto no cabe en estas líneas, pero intetaré contar toda una vida.

Memorias

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El día que acabó la guerra

el mundo volvió a las calles

entre sonrisas lastimeras,

llovía en mi acera.

La radio lloraba de alegría,

gritando cada detalle,

yo volvía a una casa muerta

en la que ya no espera nadie.

Volví a tres paredes sin techo

que no guardaban más que aire,

más que cenizas y huesos

de quien ya nunca me espera,

de quien me vio marcharme.

La guerra acabó aquel día

y, con sangre aun en los dedos,

dejé el fusil tras la puerta

y comencé a enterrarme

entre despojos y miedos.


La guerra había acabado,

la radio lo repetía,

pero nunca acabó el hambre,

nadie reconstruyó el faro,

que lloraba escombros en la lejanía,

nadie limpió de mis manos,

ni de mi corazón, la sangre.

Nunca fui un soldado

y ahora era un héroe, admirable;

la sangre seguía viva

y, aunque corté todos sus cables

el día que la guerra acabó,

la radio seguía sonando:

''No existe vuestro dolor,

obligatoria la risa.

La sangre es mentira.''

Un ruido más y más grande

que hizo inaudible mi llanto

mientras mi fusil me miraba,

riendo desde su esquina.


El tiempo pasó haciendo daño,

cada minuto viví una vida

de las que por mí acabaron,

cuya sangre llenó mis heridas,

vidas con muertes malditas

para las que la guerra no tuvo fin.

Mi fusil siguió observando,

riendo fuego, riendo disparos,

hablándome de una salida.

Fuera, la gente y la radio reían.

Yo nunca enloquecí,

seguí siendo el héroe en que creyeron,

héroe solo, ahora feliz,

riendo junto a mi fusil,

héroe solo, ahora en silencio.

Juro que no enloquecí.

Héroe, solo, ahora, aquí,

el resto adornan el suelo.

No enloquecí, lo prometo.

La guerra nunca acabó para mí,

yo la acabé para ellos.

l'esprit de l'escalier

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Empiezo cada día recordándome qué día es hoy. Empiezo cada día recordándome qué día es hoy. Ultimamente no recuerdo nada. Ni quién fui ni por qué. Ni por qué hoy. ¿Por el sentimiento? Trato de recordar qué día es hoy. Trato de recordar qué día es hoy. Y me ensombrezco, para bien o para mal. Hoy ya sólo eres una lista de errores que esquivar, unos recuerdos más amargos que dulces. Hoy ya sólo eres una lista de errores que esquivar. Hoy, y siempre, por el sentimiento. Y ayer por las mentiras. Y ayer por las mentiras. Y mañana por nada más. Quizá no soy justo. Quizá nunca lo fuimos. Nada.