Zack nunca tuvo otra meta que escapar de este barrio asqueroso. Ash Town nunca fue suficiente para él. Nunca fue nada. Tenía mil planes y todos empezaban por robar una bici y salvar a la chica. Quién era la chica era algo que aun no había decidido. La salvaría, fuera quien fuese. Después escaparían en la sombra, en silencio entre los callejones, buscando algún hueco en la puerta de atrás. O conseguirían un arma y saldrían por delante, atravesando los puestos de vigilancia. Puede que los soldados les persiguieran o puede que no, aquel barrio nunca le quiso. De cualquier modo, tendrían que escapar a toda velocidad, juntos, bajo la luna, con aquella bicicleta azul. O roja. O verde. O amarilla. O negra. Había oído hablar a los soldados de Puerto Azul, la capital, quizá llegaran allí. No lo sabía, no conocía nada nada más allá de las alambradas. Quizá Puerto Azul nunca existió. Quizá resultaba herido. Entonces tendría que morir en los brazos de ella, fuera quien fuese, besándola. Lo importante era escapar. Lo importante era la bici. El resto no importaba. Lo importante era ella, fuera quien fuese. Y su abrazo mientras huían tan asustados como esperanzados. El último minuto no cabe en estas líneas, pero intetaré contar toda una vida.
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