September 2010 Archives

en seco

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Hace tiempo que comencé la reconstrucción. Y, aun así, ultimamente me vienen cientos de ensoñaciones a la cabeza. Estúpido. Iluso.Y ni siquiera iluso. Porque no hay ilusión. Ni esperanza. Sólo decenas de caras que no existen. Decenas de situaciones que no existirán. Todo ello precioso. Todo ello para huir de un presente que no me gusta. Que me asusta y me asquea. Todo ello para evadirme mientras camino. Para no mirar atrás. Me juré que no volvería a mirar atrás demasiadas veces. Y ahora me lleno la cabeza de mierda que no me alivia para nada. Pero me distrae. Porque ya ni la música apaga mis pensamientos. Y todo ese miedo. Toda esa falta de respeto que me tengo a mí mismo. Toda esas cosas de las que se me llena el alma cuando vuelvo a mirar atrás (y sé que juré que no lo haría). Todo eso sólo se tapa con mierda inútil. Muy bonita. Preciosa. Pero que no existe. Ni existirá. Tocado, pero no hundido. Mañana volveré a mirar atrás. Mañana volveré a jurar en vano. Mañana volveré a llenarme la cabeza de mierda. Hasta que todo cambie. Sólo tengo miedo. Y soledad. Pero, tranquilícense. No sangro. No salpico.

hoy

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Hoy. Quizá me decida a saltar. Sinceramente, me canso de mi puta buena cara. Me duele la mandíbula de forzar una mentira. Quiero decir, una sonrisa. Perdona si te he asustado. Hoy. Hoy. Por el sentimiento, haría lo que fuese. Por el sentimiento. Hoy. Sería más sencillo si hoy. Y siempre. Si fuese una especie de sueño. Hoy. En sueños soy el mejor actor. Me he vuelto a enamorar en sueños. En sueños sé sentir cosas que no siento. Porque sé quién soy. En sueños. Hoy. En la realidad no sé nada. Todo cambia. Excepto ese charco, que siempre está al volver a casa. Me estoy enamorando de él. Hoy. Querría que acabase todo. Que acabase el día de hoy. Por el sentimiento, lo querría. Pero sé que mañana será otro día. Otro día como hoy. Hoy. Echo de menos ser feliz. Hoy. Hoy por el sentimiento. Hoy.

El vuelo de Sídero

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Otra noche más vuelvo a mi vuelo,
a perderme buscándote, Caela,
pues sigues siendo aire azul,
como azul es este blanco cielo.

Hoy es otra noche sin estrellas
y sueño con tu calor, tu luz,
te siento otra vez: infinita y perfecta,
sin rostro, sin nombre, sin voz, solo tú,
sólo asnsiedad, esperanza, anhelo...

Despliego mis velas y mi corazón,
abro mis alas, zarpo al viento.
Otra vez infinita y perfecta te siento,
sin nombre, sin rostro, sin voz,
tan azul, eclipsas la luna llena.
Te siento otra vez tan perfecta,
te busco, infinita, Caela.
far away for blog.jpg


huida (wireless)

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Una grácil bailarina. Salta, baila, toda ella es pasión. Una pasión que es puesta en ella. Se siente viva. Siente que sabe lo que es volar. Entonces lo ve: hilos. Los hilos tiran de ella. Mira hacia arriba. El titiritero la mira a los ojos. Ella comprende. Se agita. Lucha contra sus hilos. Consigue agarrar unas tijeras en su casita de cartón. Corta un hilo. Otro. Otro. Otro. Cada vez se siente más pesada. Cada vez se siente más libre. Finalmente, el último hilo por cortar es el de la mano de las tijeras. Corta el hilo. Se desploma. Sin nada que la ate a la vida. Sangrando hilos cortados. Ella creyó comprender.

mañana

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Estúpidos. Y estúpido yo. Sobre todo yo. Parece todo cojonudo. Bailes. Baileys. Y sonrisas. Pero la fase tres no es mas que otra mierda. Cómo no. No hay nada  que se asemeje al segundo cero. Nunca he sido tan feliz como en el segundo cero. Y la fase tres consiste en saber eso. Ya habrá tiempo de volver. Éso es la fase tres. A veces sueño. Sueño que caigo. Y al despertar tengo un futuro durmiendo junto a mí.

Etiäinen

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   -Está bien, llevo unos días siguiéndote, pero suponía que ya lo sabrías... Todo empezó hará unas semanas... Aquella mañana yo volvía a casa y vi... me fijé en cómo te quedabas mirando a aquella señora que bajaba del autobús. Me fijé en tu cambio de expresión... Como nuestros caminos coincidían me fijé en cómo la seguiste. Tu nerviosismo me inquietó, esa forma de mirarla, la manera que tenías de andar tras ella, como acechando... Llegué a preocuparme por aquélla señora, pero, repentinamente, la empujaste con violencia justo un segundo antes de que aquella viga cayese en su cabeza. ¿Lo recuerdas, verdad? Después saliste corriendo, como poseído, como asustado... No lo comprendí, me dije que tendría alguna explicación lógica, que yo estaba demasiado cansada, me fui a casa...

   ››No volví a pensar en ello, pero unos días después te vi; llevabas esa gabardina deshecha, parecías perdido, pero caminabas con mucha decisión... No sé, hubo algo extraño en tu forma de moverte que me impulsó a seguirte, a ver si esta vez sucedía algo... Vi que te detenías en aquel semáforo, aun estando en verde, y te quedabas mirando al infinito, absorto. Yo me senté en un banco a observarte, sabía que algo iba a pasar, no te ofendas, pero levantabas cierto aire de sospecha. De repente tu expresión cambió, te giraste y te quedaste mirando fijamente al niño que salía de la panadería... Si él hubiese visto tus ojos no creo que se hubiese puesto a tu lado en el semáforo. La luz del semáforo se puso verde una vez más y tú agarraste a aquel niño por la capucha del abrigo, impidiéndole andar... Entonces pasó aquel coche a toda velocidad, perseguido por la policía, tú soltase al niño, que lloraba a gritos, y te marchaste, igual que la primera vez. Intenté seguirte, pero, con toda aquella gente alarmada por el chaval, me fue imposible seguirte el ritmo. Corres como un loco... ¡Yo sólo quería descubrir por qué! Te había visto dos veces y dos veces habías sido un salvador anónimo.

   -Que tierno suena viniendo de ti... ¿Te importa si fumo? Bueno, qué te va a importar... estamos en mi casa. Cuéntame cómo cambiaron las cosas... Porque algo cambió, ¿verdad?

   -Sí, algo cambió... A partir de aquella mañana te empecé a buscar por las calles, me resultaba fascinante tu forma de actuar... Y también un misterio ¿Cómo sabías lo que le iba a pasar a esas personas?

   ››Esa misma tarde te volví a ver. La situación era distinta... Habías parado en medio de la calle a una chica, más o menos de mi edad. De repente sentí miedo por ella... algo malo iba a pasarle, seguro. Pero no, simplemente le miraste a los ojos y le dijiste algo... No sé que fue, pero no debió gustarle, porque te empujó. Tú gritaste ''¡Sabes que es verdad!'' y, esta vez, era ella la que corría. Me fijé en tu cara, vi como sonreíste, como un maniaco... Sentí asco, sentí miedo... Decidí irme de allí.

    -Ah... la recuerdo... ¿Quieres saber qué le dije? Le dije: ''nunca volverá, jamás''. Ella tenía motivos para correr... Supongo que si estás aquí es porque sabes perfectamente que no mentí...

    -Sí, lo sé... Lo llevo sabiendo desde hace unos días... A partir de aquella mañana me dediqué a localizarte y observarte todos los días... Siempre parabas a alguien por la calle, les mirabas, les decías algo, algo que les cambiaba la expresión... Hubo quien lloró en tu hombro, algunos incluso te abrazaron, pero normalmente te insultaban o corrían; su expresión solía ser de verdadero miedo y la tuya, invariable, una sonrisa... una sonrisa cruel, de loco...

   ››Empecé a temerte, pero, a su vez, la curiosidad era cada vez mayor... Quise saber cuáles eran tus palabras, por qué la gente reaccionaba así antes ellas, quise acercarme más... Y eso hice. Una tarde empezaste a hablar a una señora, no sé si la recordarás: era muy anciana, con una mirada cargada de bondad... me dio pena que te acercaras a ella. Os sentasteis en un banco y yo me senté en el de al lado y te escuché... "...que es duro, pero debes creerme: van a morir pronto, un accidente de coche. No va a ser fácil, ni mucho menos justo, pero vas a sobrevivir a tus hijos. Lo supe desde que te miré a los ojos, es extraño, sí, pero puedo ver tu futuro. No espero que me creas, sólo que aproveches estos últimos días que les quedan a tus hijos". Ella lloraba, te había creído, tú tenías aquella expresión que he llegado a odiar. Yo también te creí, al fin y al cabo todo encajaba.

  ››Durante un par de días más te seguí, te escuche relatar a aquel hombre el día de su muerte y cómo convenciste a aquel chaval de que su novia le engañaría... Escuché salir de tus labios muchos negros futuros, siempre con aquella sonrisa. Finalmente decidí que tenía que ver tu casa, que aquí encontraría más respuestas. Ayer te seguí hasta aquí y hoy me he colado. No había estado más asustada nunca, pensaba que estarías esperándome, que lo sabrías. Pero he entrado... he visto todos esos espejos rotos, todas las fotos recortadas... El olor a soledad. Y luego... bueno, luego supongo que has llegado tú.

    -Sí... Y lo cierto es que no has sido una sorpresa agradable. Lo creas o no, no sabía que estarías aquí, así que comprenderás lo del golpe.

    -Sí, pero... no lo entiendo ¿Por qué tanto espejo roto? ¿Por qué tanta fotografía recortada? ¿Por qué regalas a la gente un don que te niegas a ti mismo?

    -¿Por qué? Es simple: Quiero verles sufrir, quiero que se sientan como yo me sentí, que teman a su propia vida, que pierdan la esperanza...

    -Y... ahora... ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué...?

    -Bueno... Podría hablarte sobre ti, pero tampoco queda mucho que decir... No sé... Te veo ahí, atada a la silla, y pienso que no hace falta ser yo para saber qué va a pasar ahora.