ralentí

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The worthless shave: a selfstereo tale about nothing.

the world is kold up here II: so kold.

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Nos encontramos con aquellos escaladores de los que tuvimos noticias hace tiempo, ahora van a concedernos una entrevista en exclusiva. ''Para nuestra sorpresa, después de tanta escalada, aquel sitio no era la cima, no podía serlo; así que rebañamos los huesos del hermano de Gerald (sí, al final todos cedimos) y seguimos escalando.'' Ah, el hermano de Gerald... Pero... ¿Seguisteis escalando? ¿Cómo? Aquel sitio era la cima. ''Ya... Pero... No sé, no lo parecía, no podía ser la cima, así que añadimos más.'' Ahá... ¿Y tenéis pensado volver? ''No.'' ¿No? ¿Por qué no? ''No se puede.'' ¿Cómo no va a poderse? Si habéis subido... ''Pero, como he dicho, hemos ido añadiendo más y más... Y lo que hemos añadido lo hemos conseguido desmontando la parte de abajo de la montaña... Ya sólo nos queda seguir subiendo a medida que esto crezca.'' Pero... Entonces... ¿Sobre qué se sostiene todo esto? ''Sobre nada.''

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el brillo del Sol

hace pasar el tiempo,

le doy la espalda

kaleidoscope

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Zack nunca tuvo otra meta que escapar de este barrio asqueroso. Ash Town nunca fue suficiente para él. Nunca fue nada. Tenía mil planes y todos empezaban por robar una bici y salvar a la chica. Quién era la chica era algo que aun no había decidido. La salvaría, fuera quien fuese. Después escaparían en la sombra, en silencio entre los callejones, buscando algún hueco en la puerta de atrás. O conseguirían un arma y saldrían por delante, atravesando los puestos de vigilancia. Puede que los soldados les persiguieran o puede que no, aquel barrio nunca le quiso. De cualquier modo, tendrían que escapar a toda velocidad, juntos, bajo la luna, con aquella bicicleta azul. O roja. O verde. O amarilla. O negra. Había oído hablar a los soldados de Puerto Azul, la capital, quizá llegaran allí. No lo sabía, no conocía nada nada más allá de las alambradas. Quizá Puerto Azul nunca existió. Quizá resultaba herido. Entonces tendría que morir en los brazos de ella, fuera quien fuese, besándola. Lo importante era escapar. Lo importante era la bici. El resto no importaba. Lo importante era ella, fuera quien fuese. Y su abrazo mientras huían tan asustados como esperanzados. El último minuto no cabe en estas líneas, pero intetaré contar toda una vida.

Memorias

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El día que acabó la guerra

el mundo volvió a las calles

entre sonrisas lastimeras,

llovía en mi acera.

La radio lloraba de alegría,

gritando cada detalle,

yo volvía a una casa muerta

en la que ya no espera nadie.

Volví a tres paredes sin techo

que no guardaban más que aire,

más que cenizas y huesos

de quien ya nunca me espera,

de quien me vio marcharme.

La guerra acabó aquel día

y, con sangre aun en los dedos,

dejé el fusil tras la puerta

y comencé a enterrarme

entre despojos y miedos.


La guerra había acabado,

la radio lo repetía,

pero nunca acabó el hambre,

nadie reconstruyó el faro,

que lloraba escombros en la lejanía,

nadie limpió de mis manos,

ni de mi corazón, la sangre.

Nunca fui un soldado

y ahora era un héroe, admirable;

la sangre seguía viva

y, aunque corté todos sus cables

el día que la guerra acabó,

la radio seguía sonando:

''No existe vuestro dolor,

obligatoria la risa.

La sangre es mentira.''

Un ruido más y más grande

que hizo inaudible mi llanto

mientras mi fusil me miraba,

riendo desde su esquina.


El tiempo pasó haciendo daño,

cada minuto viví una vida

de las que por mí acabaron,

cuya sangre llenó mis heridas,

vidas con muertes malditas

para las que la guerra no tuvo fin.

Mi fusil siguió observando,

riendo fuego, riendo disparos,

hablándome de una salida.

Fuera, la gente y la radio reían.

Yo nunca enloquecí,

seguí siendo el héroe en que creyeron,

héroe solo, ahora feliz,

riendo junto a mi fusil,

héroe solo, ahora en silencio.

Juro que no enloquecí.

Héroe, solo, ahora, aquí,

el resto adornan el suelo.

No enloquecí, lo prometo.

La guerra nunca acabó para mí,

yo la acabé para ellos.

l'esprit de l'escalier

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Empiezo cada día recordándome qué día es hoy. Empiezo cada día recordándome qué día es hoy. Ultimamente no recuerdo nada. Ni quién fui ni por qué. Ni por qué hoy. ¿Por el sentimiento? Trato de recordar qué día es hoy. Trato de recordar qué día es hoy. Y me ensombrezco, para bien o para mal. Hoy ya sólo eres una lista de errores que esquivar, unos recuerdos más amargos que dulces. Hoy ya sólo eres una lista de errores que esquivar. Hoy, y siempre, por el sentimiento. Y ayer por las mentiras. Y ayer por las mentiras. Y mañana por nada más. Quizá no soy justo. Quizá nunca lo fuimos. Nada.

corre

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Día tras día tras día. Las verdades nunca lo son tanto, las mentiras nunca dicen nada. Lo que no es humo es sólo aire. Me río sin sonrisa y escapo a toda velocidad con unos pies que no son míos. Menos mal que existen. Día tras día tras día. Improductivo por naturaleza, pero siempre salpicándolo todo de espasmos de inspiración. Corre si me ves volar bajo. Día tras día tras día. Unas lágrimas de microondas y una luz que me persigue. Como en las películas.

nada, nadie, nada

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nadie
La ignorancia da la felicidad, pero los ignorantes no lo saben. Nadie te da a elegir. Los cuerpos se descomponen, pero los muertos no lo saben. No me gusta, pero no puedo hacer nada. Ni siquiera puedo hacer esto. No merece la pena. ''Todos somos iguales'' es la frase que inventaron los débiles para hacer creer a los fuertes que no tienen nada que perder. Y cuando funciona, podemos ver como muchos saquean el cuerpo sin vida de unos pocos. Cuando lo llamamos justicia suena bien. Nadie se lo cree. Pero realmente no creen en nada. Con el tiempo he llegado a la conclusión de que me resulta más fácil y lógico ser anarquista en lo espiritual y ateo en lo humano...

no suelo
¿Cómo te sientes sabiendo que hoy eres la mujer de mi vida? ¿Qué te hace sentir saber que mañana (
y cuando digo mañana no pretendo hacer ningún tipo de metáfora) si acaso serás un borrón en mi memoria? Pero sé que podrías cambiar mi vida. Me pierden mi mala memoria, mis malas maneras y mis malas experiencias. Al final acabo perdiéndome yo solo. ¿Cómo me siento? Yo ya no suelo sentirme, por lo que pueda pasar. La soledad no está tan mal. Me deja seis horas al día para ser quien quiera ser, como quiera ser y cuando quiera ser. Debería dormir más.

el resto del tiempo
El resto del tiempo lo paso de viaje conmigo. Alimentándome de sueños nuevos y buscando, como siempre (no, siempre no), nuevas formas de retrasar la vuelta a casa. El resto del tiempo lo paso cansado. El resto del tiempo muchas veces no lo entiendo. El resto del tiempo me pregunto quién soy. Aun no me he contestado, pero no me atrevo a preguntar a nadie más. El resto del tiempo lo gasto, aunque salga mal. No sé si tengo una respuesta o alguna pregunta decente que hacer. Mi vida es la luz. Mi vida son las manchas de tinta. El resto sólo son espacios en blanco y sombras. Y muerte.


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quito la escarcha
que el calor de este, mi hogar,
deja en mis hombros

Cristales empañados

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Pinto un corazón con el dedo,
cada mañana,
sobre cristales empañados.
Pinto un corazón deshecho
y no queda nada
cuando en él pongo mi mano.

Día a día despierto
con los ojos aún cerrados
(se abren al chocar el alma
con los cristales empañados)
y, como siempre, el reto
de mirar a la cara
de este mundo distorsionado.
De nada sirve la visión
cuando nada se ve claro,
para nada es la voz,
que cambio por mudos gestos
(incomprensibles al otro lado)
o por transparentes palabras
escritas en cristales empañados.
Para nada...
Las piezas que siempre faltan
están en ese mundo extraño
y sólo queda terror.

Al final siempre vuelvo
a borrar corazones pintados,
en la mañana,
por mi mano muertos
sobre los cristales empañados.

círculos

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Si las alas son lo suficientemente grandes, la caída no suele acabar en el suelo. Hay mucha más distancia que recorrer, cavaremos un gran agujero, no hay problema con eso. Si creías que el suelo era el límite es que no has aprendido nada. Ignorante de ti... Antes añorabas la compañía y creías que eso era preocupante. Ahora te sientes solo y te preocupa no ver el fondo. El horizonte se desvanece ahí arriba. A ciertas profundidades suenan canciones cursis ''No one will love you better than I do'' Dan ganas de vomitar.

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almendros en flor
en mi traje de sombras
dibujan alma

tintineo

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Ella va de un sitio a otro, despreocupada, sonriente. Lleva siempre esa caja en la que pone ''muy frágil''. Corre entre la gente, cruza los semáforos en rojo, sube a la montaña rusa cada día. Dice que siempre soñó con ser astronauta. Yo lo oigo todo desde aquí. Dice que le encanta la sensación de ingravidez, de velocidad, de caer al vacío. Ella ama el riesgo. Siempre, siempre lleva esa caja. El otro día saltó en paracaídas y pude sentir, incluso a través de estas paredes de cartón, esa sensación de la que siempre habla. No es tan distinto a mi día a día aquí metido. 

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llegar a casa
y la piel es la misma,
la vida es igual

Sol de febrero

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El cielo se resquebraja
entre aullidos de agonía
que parten ramas
y las ramas sangran muerte
y acechan tras cada esquina.
En el camino surgen ratas
que arrastran un cuerpo inerte
con las cuencas ya frías,
se desatan
y chillan (están vivas)
y muerden la mirada de la suerte;
no quieren alma,
no quieren arma.
Y una canción se pierde,
llena de notas vacías,
llora,
enrojecida, furiosa,
por olvidar su melodía.
Fue triste, pavorosa,
descarnada, sola, fuerte.
Ahora...
Ahora ya no hay ahora,
ya no hay mentiras,
sólo silencio demente
de mente.
Y el pasado es un porqué,
del presente una respuesta
y las ratas en la sien
y las ramas siguen muertas.

humo azul

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He soñado tanto contigo que ya es imposible que seas real. He dicho tantas veces tu nombre, falso, que ya no puede ser tuyo. Así, cada día, renaces y mueres, a la sombra de mis párpados. Así, cada día, obras milagros mientras sale el sol y una voz, una voz que nunca podrá ser tuya, me susurra historias y canciones. Y, al despertar, cuanto más te conozco, más desapareces.

En los ojos

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Abren unos ojos,
en negro,
el tiempo tropieza,
corriendo.
Oculto entre telas,
veneno,
el color amarillo
de besos.
Amarillos rastrojos,
enfermos,
de locura amarilla
y hierrro
de nudillos rojos,
tan secos.
La sangre gris,
de enero:
la furia gris,
febrero;
no tiene fin
el velo
morado que corta
los cuellos.
Azules las horas
del cielo,
azul es la piel,
huyendo
del blanco papel,
eterno,
del brillante, blanco, claro
encierro.
Verdes alas rotas
al viento
naranja, ardiente
de invierno.
Morados los pies,
cemento,
y las frías cadenas
de infierno.
Oscura paleta
espejo
de oscuros colores
de sueños.

sinapsis

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Yo lo he creado y yo lo destruiré cuando crea conveniente. Ni Dios ni Satán van a arrebatarme este mundo de las garras. Y si muero pienso llevarme todo conmigo y enseñaros a todos lo que es la vida después de mi muerte. 

tibio

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Nuestras necesidades no nos necesitan, no tienen por qué. Ese es el principio de la tragedia humana. El resto son sólo lloros ya inútiles, ecos de nuestro llanto primigenio, el que pugnaba por hacernos sobrevivir, el que luchaba por el oxígeno.

cristales rotos

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En cada sitio al que iba siempre preguntaba si podía pagar con poemas. ''¿Te puedo pagar con poemas?'' decía sonriendo mientras mostraba una billetera que nunca había tenido billetes, siempre llena de papeles garabateados. Él siempre te recibía con una sonrisa. Podías encontrarle en cualquier lugar ''haciendo fortuna con un papel y un boli''. A veces se emborrachaba de ego, rompía una botella contra el suelo y gritaba que algún día llegaría lejos, que tenía un plan y tinta de sobra. Nunca lloró fuera de sus papeles. Nunca sonreía en ellos. Recuerdo que un día me dijo que había escrito poesía al amor, pero nunca a una mujer, ''no escribas nunca nada de lo que te puedas arrepentir, a no ser que estés seguro de que no lo harás''. Nunca se arrepintió de sus palabras, sí de sus actos. Un día se emborrachó de ego y no le volví a ver. Me dejó un puñado de cristales rotos y una billetera sin billetes que pagó de sobra todo lo que siempre me debió.

vértigo

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Llega   un   momento   en   el   que   todo   pasa  demasiado   rápido  la velocidad se  impone   en  cada   segundo   aunque  estés  aburrido   llega un   momento en  el  que  dormir se junta  con   despertar  y   te sientes  cansado  desganado   deshecho    pero    sigues   corriendo    porque  la  velocidad   se impone   en   cada segundo  y sigues corriendo  porque  la  velocidad  te  persigue y no te deja    tiempo  para respirar en este   momento   empiezas a ver cada     detalle  de todo lo notas todo al correr   el   mundo   pasa en  fragmentos   que puedes escrutar    durante esa   milésima   pero    no    más    tiempo   porque   la velocidad  se impone  en cada segundo y  no puedes  parar y  no quieres  parar y  no  paras  aunque ya no   tengas  tiempo ni  para   respirar ni siquiera tienes tiempo para los espaciosysiguescorriendoporquelavidatevaenelloynovasapararniaunquequierasysientesunvértigoindescriptibleysiguescorrien

doporquelavelocidadseimponeencadasegundo

cobalto

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Despierto con la cama cubierta por mis propias heces. Día a día, a cada rato, hay más y las puertas están cerradas. Cruzo el semáforo con los ojos cerrados. Decido apilar la mierda a un lado de la habitación. No sirve, vaya a donde vaya, acabado manchado. Descubro que comérmela tampoco es la solución. Esta manera de cruzar es complicada. Es una estupidez que rara vez consigo llevar a cabo. Es esa estupidez que me salva de mi 5% de trastorno mental peligroso. Lo que evita que salga desnudo a la calle gritando que no hay futuro y matando a monstruos invisibles con mala cara. Es mi equilibrio. Estoy desequilibrado. La mierda ya cubre la habitación hasta las rodillas. Normalmente abro los ojos a la mitad, asustado. Otras veces lo logro. No quiero morir, no es eso; quiero sentir cómo es saltar al vacío. Sólo es mi 5%. Al final decido dedicarme a algo poético y escribo tu nombre en la pared. Y un pequeño haiku. Todo de un marrón intenso.
La noche cae aquí
entre rayos de vida,
gilipolleces.


Canción sorda

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Silencio I: huída
La irremisibilidad del Lunes
atada a un sentimiento de nubes,
férrea rutina
sembrando jardines de cruces.

La fuerza tras las huídas
manchada por un sentimiento de limas,
suaves luces
sustituyendo al Sol (a Dios) cada día.

La fatalidad bajo cada paso
clavada con un sentimiento de dados,
tímidos latidos
intentando esquivar lo pactado.

La conciencia de un abismo
vestida de un sentimiento de mendigos,
cansados brazos
queriendo abarcar lo desconocido.

Silencio segundo: chispas
Entre los poros
crecen las pruebas
del abandono,
oscuras muestras
que existen sólo
por no haber razón
que las detenga.
No hay corazón;
vísceras viejas
crecen del suelo,
rompen las puertas,
viven en sueños.
No hay corazón.
Espera, vuelan.
Espera,
espera.
¡Espera!

Tercer silencio: inmersión
Retronar de mil campanas
tras un muro de cristal
que, inmenso, todo lo abarca.
Campanas de plata oscura
tañen sonido de  sal,
en el aire se oculta
el sonido de un vozal
(ruido de cadenas santas,
sabor invisible de agua pura).
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
al borde de la cordura
no existe ningún final.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
ni ahora, ni siempre, ni nunca,
ni voces, ni espejos, ni hogar.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más.

mentiras

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Ella, definitivamente, no era una chica corriente. Ella era de esas pocas personas a las que miras dos veces. La primera por casualidad, la segunda para cercionarte de que es cierta. No era sólo su belleza, era su forma de vivir, de estar en el mundo. La podías ver sentada en el suelo de un vagón de metro, con los labios apretados en una expresion preocupada, mirando fijamente un cuaderno lleno de garabatos. La podías ver subida a los lugares más extraños, mirando al horizonte, respirando otros aires. Podías verla en cualquier lugar, cantando, silbando, rara vez sonriente. Podías verla en cualquier lugar, pero siempre tenías que mirar dos veces. Ella, definitivamente, no era una chica corriente. Lo sabía. Y le encantaba.

Vivir tan muerto

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Dicen las caras conocidas
que ya no soy el mismo,
que se me notan los días,
que mi voz ya no tiene eco
ni mis pasos camino
ni mi risa alegría.
Y yo... yo no soy más viejo,
sólo más cansado
de vivir tan muerto,
de noches mal dormidas,
de no encontrar sitio
más que en esta isla.
Y si llego a puerto
es siempre de paso
y si un día duermo
es solo y al raso.
Y el frío, dañino,
me hiela en los ojos
las lágrimas frías
y ya nunca lloro.
Y no quiero.
No quiero cambiar,
huyo de esta vida
que pierde intensidad.
Quiero ser el loco
del amor sincero,
las tercas heridas
y el alma voraz.
No quiero ser este reflejo
de una antigua realidad
ni ser más viejo
ni vivir tan muerto.
Quiero seguir cayendo
con la esperanza de volar.

gotas

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Como cada invierno, la vida me recuerda que es fría. Veo un arcoiris por la ventana. Llueve. El cielo no sonríe. El cielo da asco hoy. Y, como cada invierno, me llevo las manos al corazón y me recito los motivos para seguir adelante. Y como cada veintidós de diciembre, un trozo de papel amenaza con sacarnos del barro. Otra vez será, como siempre, como cada invierno...

distorsión

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-Te noto cambiado, diferente, como vencido...
-¿Vencido?
-Sí.
-Será... Tu estabas más guapa antes.
-¿Cuando?
-Cuando me querías.
-¿Seguro?
-Ya no estoy seguro de nada... digamos que es una corazonada.

La ciudad vencida

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Despierto entre aceras partidas
y asfaltos raídos a golpe de rueda,
donde despiertan miradas desconocidas,
la gente es gente
y la vida, puertas.
La ciudad se compone de líneas rectas
en constante lucha fratricida,
con golpes siempre presentes,
con futuros siempre en guerra
contra los callejones sin salida
y los motores y los perros y la tinta.

Aquí, en la ciudad vencida,
los poetas se deshacen bajo tierra
y sobre ella, cada día, se venden
por su alma o palabras o monedas.
La noche siempre se desvela
entre choques casuales de vidas
y las luces, como serpientes,
recorren las calles de siempre,
quemando pasos y lágrimas y colillas.

En la ciudad vencida
hay un monstruo de tela
que mata hombres y mujeres
y los guarda en su nevera
y los convierte en mentiras
grises, veloces, frías.
Ya no hay casas de madera,
hay tiempo y salarios y vigas.
Y si a tu espalda sientes
algo extraño que brilla,
no es tu dios ni tu oro
es la señal del preaviso
(con los impresos pertinentes
cumplimentados debidamente
por duplicado, antes del día veinte)
del presagio que te revela
el momento de tu muerte.

Las calles son guías
y el cielo nunca es verde.
Las calles que no se iluminan
lloran privameras
y se iluminan al verte.
Quien no te ama ni te espera
ya no lo hará otro día,
para quien ni amen ni esperen
no habrá más día que el siguiente.
En la ciudad dormida
ya no existe el presente,
sólo sombras y estelas.

En la ciudad vencida
nada se detiene,
sólo los trenes.
salida de emergencia for blog.jpg

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Libero mentiras
en el ruido de andenes,
mentiras amarillas.
En la ciudad vencida
nada se detiene,
sólo los trenes.
No me mires así, que sigo vivo. Simplemente hoy no es el mejor día de mi vida. Ni la mejor semana. Ni el mejor mes. Ni la mejor etapa. Y si no te sonrío es porque no tengo ganas de sonreir. Ni motivos para ello. Ni fuerzas. La vida sigue, igual. Cada día me cuesta más despegar los pies del suelo en cada paso, cada día odio más irme a la cama, cada día me da más miedo levantarme. Cada día me importo menos. Cada día me conformo con menos, si se trata de mí. Y si no se trata de mí, cada día es más difícil conformarme. Y no me mires así, que no voy a hacer ninguna locura. Sólo intento pasar el rato y buscar mi paz de espíritu. La vida sigue, igual. Ni bien. Ni mal. Ni regular. 

utopía

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¿No lo hueles? El mundo es una mierda. Por eso yo ya no voy a quejarme, porque llevo quejándome toda  mi vida. Deberíamos hartarnos todos, no sólo yo. Deberíamos salir a la calle con bidones de gasolina y mecheros. Deberíamos salir a la calle con cuchillos y rabia. Deberíamos salir a la calle y, en absoluto silencio, destruir el mundo hasta los cimientos. Acuchillar a todo el mundo, quemar cada palmo de tierra, derribar cada edificio, borrar todo rastro de vida. No como acto político, no como solución, sólo destrucción. Y cuando todo hubiera acabado, el último hombre o la mujer que quedase en pie debería rajarse el cuello con su cuchillo. Así todo se iría a la mierda. Y la mierda que fuimos en mierda descansaría.

rincones

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Vomité a chorros la nostalgia que en otro tiempo fue mi escudo. Con las manos manchadas pinté una historia en las paredes de mi mente, hablaba de lunas rotas y de tú y yo. Siempre de tú, tú o tú y yo. Sólo soy un mentiroso cuyo mayor mérito es mentir. Un mentiroso que se deja envolver por sus mentiras. Un luchador que finje rendirse por no verse vencido. Pero esta noche no. Esta noche cerillas, un cohete y la Luna.

instantes (III): rutinas

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Élla está sentada en la tercera fila de la derecha, asiento de pasillo. Él en la cuarta de la izquierda, asiento de ventana. Élla abre los ojos. Él cierra el libro. Élla coge su bufanda roja, junta los extremos y la pone alrededor de su cuello. Él coge su palestino rojo y pasa cada extremo por detrás de su cuello. Élla se pone su abrigo marrón y se levanta. Él se pone su chaquetade cuero y se la abrocha minuciosamente. Élla avanza hacia la puerta y solicita la parada. Él se levanta y avanza hacia la puerta. Élla da saltitos divertidos, intentando conservar el equilibrio. Él se agarra a la barra, intentando conservar la dignidad. Élla baja. Él sonríe y baja. Expertos en compartir el destino sin cruzar los caminos.

desmaquillador

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La vida transcurría con su habitual, pero curioso, sentido de la oportunidad. Mike Renton llevaba meses sin salir de casa. Nunca hubiera imaginado que al poner un pie en la calle le caería encima un meteorito. Relleno de piruletas.

Nudos

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He visto en sus caras
extrañas muecas
que no son sino sonrisas
que les han sido impuestas
para llevar a la nada
la voluntad de sus vidas.

He visto simples ovejas
que tejen con su lana
los hilos de los que tiran
los titireteros que las atan,
aquéllos que manejan
la voluntad de sus vidas.

He visto títeres colectivos,
estúpidos y cobardes,
guiados por la voluntad
de quienes se creen grandes
hacia un mismo destino:
la esclavitud sin final.

He visto a guerreros conformarse
y, dejando la lucha en el olvido,
su ardiente bandera apagar,
llorar y finjirse heridos,
querer lo que odiaron antes:
la esclavitud sin final.

He visto marionetas mentirosas
que, con máscara de atrevimiento,
proclaman saber elegir
y en su interior guardan miedo,
pues ni pueden ni quieren tal cosa,
tan sólo quieren huir.

He visto esclavos contentos
de hoy cavar profundas fosas
que serán mañana su fin,
pues ven la esperazanza borrosa
a través de su impuesto velo,
tan sólo quieren huir.

He visto a quienes tienen la culpa
llenar, día a día, este mundo,
llamarse entre sí hermanos
y destruirse a cada segundo,
mostrando la esencia pura,
mostrando qué es ser humano.

He visto que no hay futuro,
porque, sin ninguna duda,
también están atadas mis manos
y, si en las tuyas buscas,
verás los mismos nudos
mostrando qué es ser humano.
Nudos for blog.jpg

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Todos, como humanos, hemos desarrollado una increible capacidad de mirar hacia otro lado. Unos apartan lo que les molesta, otros huímos de una realidad que nos parte el alma.

cenizas

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Diane llevaba unos cuantos días frente a aquella ventana. Mientras apuraba un cigarrilo tras otro, miraba, con expresión indolente, como se movía el mundo. ''Lentamente...'', pensó. Había empleado las cuatro últimas horas en perfeccionar su técnica de hacer aros con el humo; ahora se dedicaba a ver salir un aro tras otro por la ventana. Apagó otro cigarro. La empatía la había carcomido mucho tiempo y, poco a poco, había ido convirtiéndose en apatía, una apatía que la rellenaba, que ocupaba cada vacío. Encendió otro cigarro, aspiró lentamente y liberó por la ventana otro aro, que arrastró la corriente. A sus pies, en el alféizar y en su regazo se acumulaban docenas de colillas. Hacía tiempo que no lloraba... Hacía tiempo que no le dedicaba tiempo a la existencia en general. Cada vez que exhalaba humo se decía ''Diane, Diane, Diane...'', para ayudarse a recordar su nombre. Siempre temió perder la pasión, ahora ya no temía nada. Ya no le quedaba nada que temer. Ni la soledad, ni el desinterés, ni la desesperanza, ni la autodestrucción. Sólo la muerte. Se levantó. Se asomó por la ventana, hasta la cintura. Sintió el viento frío cortándole la cara, susurrándole ''Diane, Diane, Diane...''. Se mantuvo así unos segundos. Sólo la muerte. Sin dejar de mirar al exterior volvió a sentarse. Encendió un cigarro. ''Diane, Diane, Diane...''.

campanas

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Un entramado de relojería fluye bajo nuestros pies. Casi imperceptible, realmente inexistente, rige nuestro funcionamiento. Luz verde, avanzamos. Luz roja, nos detenemos. Hola, hola. Desconocido, cordial. Contrastamos trivialidades. Mentimos, automática e incoscientemente, ante un ''¿Qué tal?''. Sobrellevamos nuestra ignoracia y criticamos la ajenta. Caminamos sin fijarnos nunca en nuestro alrededor porque estamos convencidos de haberlo visto antes. Todo ello entre un tic y un tac.

instantes (II)

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Una masa de gente surge de las escaleras. Ninguna cara conocida. La música aumenta su intensidad y empiezo a notar latir el corazón más rápido. Esa chica del abrigo azul me mira fijamente, a pocos centímetros, y sigue su camnimo. Sigo parado, contemplando como los vendedores de paraguas completan el paisaje de Madrid en un día nublado. Más gente. No espero a ninguno de ellos.

huella

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Hoy es otro día nublado. Frío y gris. Sería poético si no fuera verdad. La vida guarda tras de sí una realidad descarnada, una esencia fea; atrayente cuando no la vemos y horrible cuando se muestra. Y el día no deja de ser gris. Y frío. Nos anclamos a una fe ciega en la lógica. En los porqués. Pero no estoy triste porque el día sea frío. Y gris. Me gustaría mirar más allá, a esa cara oscura de mi existencia. Me gustaría ver y descubrir que, en vez de algo o nada, hay un McGuffin. No necesito que todo tenga un sentido, sólo que siga adelante.

Refracción cotidiana

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Su vida nace un invierno
de esperanza e inquietud,
de ilusiones lastimeras,
perdido entre los ecos
de un horizonte verdiazul.
Le golpeó la primavera
con aquella suave luz
del ''nosotros'' y el ''seremos'',
de agridulces esperas,
de ''nunca más yo sin tú''.
Y el verano prendió fuego
al amable nuevo dios,
dejando velas sin mecha,
sin cera,
sin corazón.
Hoy el viento del otoño
barre polvo y hojas secas,
limpia de cenizas su rostro
mientras, a su alrededor,
la ilusión se congela.

Ayer volvió a gritar,
cerrados los ojos,
juró a voces a Dios
que no permitiría más,
que había criado una fiera.
Ahora ve salir el sol
desde un autobús, cada día, solo.
Agita sus manos blancas
sobre su papel blanco, recuerda,
viendo amanecer, cada día, solo,
recuerda, distante, todo.
A medida que el tiempo pasa
los segundos le alejan del suelo,
sus pies parecen otros
y, por sorpresa,
la caída es más alta;
aumenta el miedo.
Para ocultarse traza
una sonrisa de plástico,
que pinta su vida de rojo
cada vez que cunde el pánico.
A través de un cristal se observa
e, incómodo, aparta la mirada
para no escuchar la voz que le narra
desde su cabeza,
cada día, solo.
Refraccion cotidiana for blog.jpg

desidia otra noche de sábado

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No consigo comprender, ni escapar, nada. Busco alrededor y no encuentro los pasos atrás. Hace tan poco que me sentía tan bien... Ahora, mientras navego, miro al horizonte. Y no me dice nada. Mi reflejo, que se empaña con la espuma de las olas, me escupe a la cara. Me escupe que soy un amargado difrazado de mí. De una versión artificial. Deja de quejarte, joder. Me encuentro, de repente, mirando a los ojos a un animal con más garras que cerebro. Con pelaje de cuchillos. Y vuelvo a hacerlo. Escupo a mi reflejo. Hoy he vuelto a hacerlo. Y el problema no está en la añoranza. No sólo. El viento me grita la verdad. Soy incapaz de encarar nada. Hipócrita cabrón. No creo en mi. Un día más.

roto

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El contexto es bueno y la sonrisa es amplia, pero huele a felicidad. Y eso es malo. Transcurre el tiempo y aun se me para el corazón de vez en cuando. Si notas que dejo de latir no me mires a los ojos. Algo falla y soy yo, que no sé como ser. Y vuelvo a vomitar. Y estoy harto de esta sonrisa falsa, pero otra cosa no me sale. Harto de vivir ensoñado. De soñar con ser un ganador. Harto de mí.

óxido

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He llegado a tener miedo, esto empieza a asustarme de verad. Todo conectado, todos conectados... al mismo enchufe. La misma red gobernada por un pensamiento colectivo. Comemos mierda producida en masa que no alimenta el cuerpo, alimenta nuestro cerebro. Nuestro cerebro, menospreciado. Lo llenamos de esa sustancia ''vox populi'' y nos dirigimos al mismo abismo. Todos juntos, como amigos, como hermanos. Hacia un mismo final que no intuímos, porque nuestra conexión es irrompible, todo va bien. Moriremos juntos, ciegos y vacíos.

anestesia

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Caen rayos. Miras tu reflejo en la ventana, carente de detalle, pero lleno de cielo. Mientras te miras a los ojos constatas que todo va bien. Sin embargo sientes que se te olvida algo. Una mujer con un vestido azul mira a través de una ventana de madera. Contiene las lágrimas hasta la saturación. Prende fuego con sus manos a la ventana. Cuando el fuego cesa, el agujero que da al mundo sigue ahí. Ella lo sabía y quería olvidarlo. Quería Olvidarlo. Sientes que se te olvida algo. Sientes un hueco. Llueve.

instantes

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Suena Jefferson Airplane. Cierro los ojos para concentrarme en la música. Los abro lo justo para verla subir a vagón. Se abrocha bien las botas. Sonrío. Más tarde decidiré que se llama Marta Kid A. Cierro los ojos y la música sigue. Visualizo mi boca pronunciando sin sonido la letra de la canción. Pasan los minutos. Abro los ojos. Adivinad quién me esta mirando fijamente. Rápidamente aparta la mirada. Cierro los ojos. Sonrío. Contengo una carcajada. Sigue pasando el tiempo. Es mi estación. Me levanto. Abro los ojos. Sigue ahí. Me bajo. Uno. Dos. Tres. Miro atrás. Me está mirando. Sonrío. Vuelvo a casa.

en seco

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Hace tiempo que comencé la reconstrucción. Y, aun así, ultimamente me vienen cientos de ensoñaciones a la cabeza. Estúpido. Iluso.Y ni siquiera iluso. Porque no hay ilusión. Ni esperanza. Sólo decenas de caras que no existen. Decenas de situaciones que no existirán. Todo ello precioso. Todo ello para huir de un presente que no me gusta. Que me asusta y me asquea. Todo ello para evadirme mientras camino. Para no mirar atrás. Me juré que no volvería a mirar atrás demasiadas veces. Y ahora me lleno la cabeza de mierda que no me alivia para nada. Pero me distrae. Porque ya ni la música apaga mis pensamientos. Y todo ese miedo. Toda esa falta de respeto que me tengo a mí mismo. Toda esas cosas de las que se me llena el alma cuando vuelvo a mirar atrás (y sé que juré que no lo haría). Todo eso sólo se tapa con mierda inútil. Muy bonita. Preciosa. Pero que no existe. Ni existirá. Tocado, pero no hundido. Mañana volveré a mirar atrás. Mañana volveré a jurar en vano. Mañana volveré a llenarme la cabeza de mierda. Hasta que todo cambie. Sólo tengo miedo. Y soledad. Pero, tranquilícense. No sangro. No salpico.

hoy

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Hoy. Quizá me decida a saltar. Sinceramente, me canso de mi puta buena cara. Me duele la mandíbula de forzar una mentira. Quiero decir, una sonrisa. Perdona si te he asustado. Hoy. Hoy. Por el sentimiento, haría lo que fuese. Por el sentimiento. Hoy. Sería más sencillo si hoy. Y siempre. Si fuese una especie de sueño. Hoy. En sueños soy el mejor actor. Me he vuelto a enamorar en sueños. En sueños sé sentir cosas que no siento. Porque sé quién soy. En sueños. Hoy. En la realidad no sé nada. Todo cambia. Excepto ese charco, que siempre está al volver a casa. Me estoy enamorando de él. Hoy. Querría que acabase todo. Que acabase el día de hoy. Por el sentimiento, lo querría. Pero sé que mañana será otro día. Otro día como hoy. Hoy. Echo de menos ser feliz. Hoy. Hoy por el sentimiento. Hoy.

El vuelo de Sídero

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Otra noche más vuelvo a mi vuelo,
a perderme buscándote, Caela,
pues sigues siendo aire azul,
como azul es este blanco cielo.

Hoy es otra noche sin estrellas
y sueño con tu calor, tu luz,
te siento otra vez: infinita y perfecta,
sin rostro, sin nombre, sin voz, solo tú,
sólo asnsiedad, esperanza, anhelo...

Despliego mis velas y mi corazón,
abro mis alas, zarpo al viento.
Otra vez infinita y perfecta te siento,
sin nombre, sin rostro, sin voz,
tan azul, eclipsas la luna llena.
Te siento otra vez tan perfecta,
te busco, infinita, Caela.
far away for blog.jpg


huida (wireless)

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Una grácil bailarina. Salta, baila, toda ella es pasión. Una pasión que es puesta en ella. Se siente viva. Siente que sabe lo que es volar. Entonces lo ve: hilos. Los hilos tiran de ella. Mira hacia arriba. El titiritero la mira a los ojos. Ella comprende. Se agita. Lucha contra sus hilos. Consigue agarrar unas tijeras en su casita de cartón. Corta un hilo. Otro. Otro. Otro. Cada vez se siente más pesada. Cada vez se siente más libre. Finalmente, el último hilo por cortar es el de la mano de las tijeras. Corta el hilo. Se desploma. Sin nada que la ate a la vida. Sangrando hilos cortados. Ella creyó comprender.

mañana

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Estúpidos. Y estúpido yo. Sobre todo yo. Parece todo cojonudo. Bailes. Baileys. Y sonrisas. Pero la fase tres no es mas que otra mierda. Cómo no. No hay nada  que se asemeje al segundo cero. Nunca he sido tan feliz como en el segundo cero. Y la fase tres consiste en saber eso. Ya habrá tiempo de volver. Éso es la fase tres. A veces sueño. Sueño que caigo. Y al despertar tengo un futuro durmiendo junto a mí.

Etiäinen

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   -Está bien, llevo unos días siguiéndote, pero suponía que ya lo sabrías... Todo empezó hará unas semanas... Aquella mañana yo volvía a casa y vi... me fijé en cómo te quedabas mirando a aquella señora que bajaba del autobús. Me fijé en tu cambio de expresión... Como nuestros caminos coincidían me fijé en cómo la seguiste. Tu nerviosismo me inquietó, esa forma de mirarla, la manera que tenías de andar tras ella, como acechando... Llegué a preocuparme por aquélla señora, pero, repentinamente, la empujaste con violencia justo un segundo antes de que aquella viga cayese en su cabeza. ¿Lo recuerdas, verdad? Después saliste corriendo, como poseído, como asustado... No lo comprendí, me dije que tendría alguna explicación lógica, que yo estaba demasiado cansada, me fui a casa...

   ››No volví a pensar en ello, pero unos días después te vi; llevabas esa gabardina deshecha, parecías perdido, pero caminabas con mucha decisión... No sé, hubo algo extraño en tu forma de moverte que me impulsó a seguirte, a ver si esta vez sucedía algo... Vi que te detenías en aquel semáforo, aun estando en verde, y te quedabas mirando al infinito, absorto. Yo me senté en un banco a observarte, sabía que algo iba a pasar, no te ofendas, pero levantabas cierto aire de sospecha. De repente tu expresión cambió, te giraste y te quedaste mirando fijamente al niño que salía de la panadería... Si él hubiese visto tus ojos no creo que se hubiese puesto a tu lado en el semáforo. La luz del semáforo se puso verde una vez más y tú agarraste a aquel niño por la capucha del abrigo, impidiéndole andar... Entonces pasó aquel coche a toda velocidad, perseguido por la policía, tú soltase al niño, que lloraba a gritos, y te marchaste, igual que la primera vez. Intenté seguirte, pero, con toda aquella gente alarmada por el chaval, me fue imposible seguirte el ritmo. Corres como un loco... ¡Yo sólo quería descubrir por qué! Te había visto dos veces y dos veces habías sido un salvador anónimo.

   -Que tierno suena viniendo de ti... ¿Te importa si fumo? Bueno, qué te va a importar... estamos en mi casa. Cuéntame cómo cambiaron las cosas... Porque algo cambió, ¿verdad?

   -Sí, algo cambió... A partir de aquella mañana te empecé a buscar por las calles, me resultaba fascinante tu forma de actuar... Y también un misterio ¿Cómo sabías lo que le iba a pasar a esas personas?

   ››Esa misma tarde te volví a ver. La situación era distinta... Habías parado en medio de la calle a una chica, más o menos de mi edad. De repente sentí miedo por ella... algo malo iba a pasarle, seguro. Pero no, simplemente le miraste a los ojos y le dijiste algo... No sé que fue, pero no debió gustarle, porque te empujó. Tú gritaste ''¡Sabes que es verdad!'' y, esta vez, era ella la que corría. Me fijé en tu cara, vi como sonreíste, como un maniaco... Sentí asco, sentí miedo... Decidí irme de allí.

    -Ah... la recuerdo... ¿Quieres saber qué le dije? Le dije: ''nunca volverá, jamás''. Ella tenía motivos para correr... Supongo que si estás aquí es porque sabes perfectamente que no mentí...

    -Sí, lo sé... Lo llevo sabiendo desde hace unos días... A partir de aquella mañana me dediqué a localizarte y observarte todos los días... Siempre parabas a alguien por la calle, les mirabas, les decías algo, algo que les cambiaba la expresión... Hubo quien lloró en tu hombro, algunos incluso te abrazaron, pero normalmente te insultaban o corrían; su expresión solía ser de verdadero miedo y la tuya, invariable, una sonrisa... una sonrisa cruel, de loco...

   ››Empecé a temerte, pero, a su vez, la curiosidad era cada vez mayor... Quise saber cuáles eran tus palabras, por qué la gente reaccionaba así antes ellas, quise acercarme más... Y eso hice. Una tarde empezaste a hablar a una señora, no sé si la recordarás: era muy anciana, con una mirada cargada de bondad... me dio pena que te acercaras a ella. Os sentasteis en un banco y yo me senté en el de al lado y te escuché... "...que es duro, pero debes creerme: van a morir pronto, un accidente de coche. No va a ser fácil, ni mucho menos justo, pero vas a sobrevivir a tus hijos. Lo supe desde que te miré a los ojos, es extraño, sí, pero puedo ver tu futuro. No espero que me creas, sólo que aproveches estos últimos días que les quedan a tus hijos". Ella lloraba, te había creído, tú tenías aquella expresión que he llegado a odiar. Yo también te creí, al fin y al cabo todo encajaba.

  ››Durante un par de días más te seguí, te escuche relatar a aquel hombre el día de su muerte y cómo convenciste a aquel chaval de que su novia le engañaría... Escuché salir de tus labios muchos negros futuros, siempre con aquella sonrisa. Finalmente decidí que tenía que ver tu casa, que aquí encontraría más respuestas. Ayer te seguí hasta aquí y hoy me he colado. No había estado más asustada nunca, pensaba que estarías esperándome, que lo sabrías. Pero he entrado... he visto todos esos espejos rotos, todas las fotos recortadas... El olor a soledad. Y luego... bueno, luego supongo que has llegado tú.

    -Sí... Y lo cierto es que no has sido una sorpresa agradable. Lo creas o no, no sabía que estarías aquí, así que comprenderás lo del golpe.

    -Sí, pero... no lo entiendo ¿Por qué tanto espejo roto? ¿Por qué tanta fotografía recortada? ¿Por qué regalas a la gente un don que te niegas a ti mismo?

    -¿Por qué? Es simple: Quiero verles sufrir, quiero que se sientan como yo me sentí, que teman a su propia vida, que pierdan la esperanza...

    -Y... ahora... ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué...?

    -Bueno... Podría hablarte sobre ti, pero tampoco queda mucho que decir... No sé... Te veo ahí, atada a la silla, y pienso que no hace falta ser yo para saber qué va a pasar ahora.

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Ayer volví a caer. Por suerte me detuvo el suelo.

breathy vocals

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El mundo esta lleno de tiburones. Tiburones que te atacan mientras intentas mirar algo tranquilamente en una tienda. Tiburones que no frenan. Tiburones que te empujan. Te pitan. Te gritan. Te pisan. Ni una puta buena cara. También hay rayos de luz. Que sonríen y hablan idiomas extraños. Yo agito la cabeza por la calle. Yo subo los escalones de dos en dos. Pero no se lo contéis a nadie.

Sombras de un manantial

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Hay un gato ciego
que sueña
con moribundos polluelos,
muere de hambre.
Y en una esquina de este cielo
dejan que ladre
un perro.
Nunca se hace tarde,
nunca se está lejos,
cero,
¿cobarde?
Olvido para reflejos.
La destrucción añade
matices al miedo
y hay cuerpos
sin vida,
sin risa,
sin sueños
o con todo ello.
Existe,
y no existe llave,
una puerta viva
(destello);
sin bisagras ni pomo
que aúlla, pues sabe
que no es muro
ni salida
(llora triste).
Zigzag, claroscuro,
el caos es poco
(demasiado grande),
las ideas arden,
hundidas
en un humo centelleante.
Hay un gato ciego
que sueña grises
visiones de todo
(arde el mundo),
que quema la herida,
que sangra la pira.
El viento ES SANGRE,
la VOZ escucha,
EL ojo ríe
(brilla y se distrae).
El núcleo se difumina
en el lodo
(profundo).
Nada es nada.
strokes.jpg

existencia

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Hay sonrisas que pueden describirse como ominosas. Hay malos momentos. Para qué mentirnos. Cada vez más. Hay un satélite no artificial orbitando. No deja de mirarme. Hay momentos en los que desearía. Pero me contengo. Hay un futuro bueno esperando. Pero hay presente. Y hay una sabía que me dijo una vez: ''acepta, no esperes''. Hay veces en las que me declaro incongruente. Hay motivos para no explicar por qué. Hay kilotones de conceptos que no comprendo y no voy a comprender. Hay una cosa que se llama aceptar, gilipollas, hemos hablado de ello hace unas cuantas palabras. Hay días de soledad que pesan como los dieciocho años anteriores. Pero los hay peores. Hay esperanza. Demasiada. Hay aceptación. Pronto habrá más. No hay... 

mil doscientos setenta y seis

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Un restaurante. Mesa para tres. Todos con zapatillas de bolera. Cazuelas por el suelo. Un gato camina por el techo. Carta de vinos. Tres botellas. Dos primeros platos. Discusión. Un primer plato más. El gato observa atento desde el otro lado de la sala. Subido a la lámpara. Vigilante. Un bebé con zapatillas de bolera. Con un ridículo gorro de chef. Recoge cazuelas. Maldice. Jodida juventud. Ruido de fondo. Música indescifrable. Una pareja joven. Con zapatillas de bolera. Cuentan hasta tres. Se levantan y corren. Saltando por encima de las mesas. El bebé maldice otra vez. Una cazuela alcanza la nuca de ella. Él continúa corriendo. Sin mirar atrás. Como Orfeo. El gato sonríe desde la mesa cuatro. Ella escupe sangre. Se arrastra. Retiran el primer plato. Cuatro segundos platos. Discusión. Vino derramado. El chef maldice. Cuatro segundos. Un anciano entra en el restaurante. Con zapatillas de bolera. Pasa por encima del cadáver de ella. Mesa para uno. El bebé limpia la sangre de las cazuelas. La cuenta. ¿Por favor? No, la cuenta. El gato se calza sus zapatillas de bolera. Sube a la mesa. Defeca en los platos. El anciano sonríe. Se desabrocha la camisa y muestra un sinfín de cicatrices. Será mejor que os acabéis el plato. El gato muestra sus uñas. Llenas de grasa. El bebé sonríe. Jodida juventud. Cualquier parecido con la realidad es una pena.

pasos

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Llevaba días en aquel desierto. Piedras. Suelo seco. Seguía sin entender cómo llegué allí. Seguí caminando. No había otra alternativa. A ratos sentía. Llegué a sentir que había salida. Que acabaría. Otros días sólo podía pensar en el desierto. Y otros en vidas pasadas. A ratos bien. A ratos mal. A ratos fatal. Cada pequeño charco de lluvia me hacía pensar en un oasis. Deja de soñar, me dije. Ojalá.

today

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Volver a encontrarte en sueños. Desatino. Desbordado. Despertarme asqueado. Esa niña cogiendo la mano de su madre en el metro. Dándole fuerzas. Un loco gritando solo. Otro día gris. Mil muertos más hoy. Imágenes que no salen de mi mente. Desánimo. Desilusión. Descafeinado. Otra vez esa canción que tanto me gustaba. Autotortura. Los besos apasionados de las peliculas. Decirme un día más que tengo que escribir algo que no me decepcione. Desdicha. Deslocalización. Deseos. Desidia. Desesperanza.

mentiroso

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Sigue caminando como si nada pasara. Con una sonrisa. En un día nublado. Te duele todo el cuerpo. Pero sigue adelante. Al final caiste sin que nadie te enseñara a hacerlo. Sigue caminando. Ponte las gafas. Esas con las que adoptas esa máscara de indiferencia. Que tapan cualquier atisbo de sentimiento. No vaya a ser que te veas reflejado. Y tengas cara de pena.
Nostalgia: ayer por ti, hoy por lo que fuimos, mañana por el sentimiento.

espiral

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Dave estaba tumbado. Se sentía extraño mirando al cielo de Madrid. Aquel día no tenía color. Un cielo azul en blanco y negro. Unos ojos azules que reflejaban las luces del metro. En dos rectas secantes. Un susurro le recorría los oidos cuando cortaba el aire a cierta velocidad. Hablaba sobre continuar. Sobre despertar siendo consciente de la verdad. Sobre golpear el suelo. Y seguir adelante. Limpiándose la sangre de la cara. Sobre olvidar el pasado. Sobre dejar de mirar al futuro. Dave empezaba a comprender. Aunque aun no sabía el qué.

rollin' wild

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Velocidad. Mucho de lo que huir. Pocas ganas de mirar atrás. Rodando cuesta abajo. El suelo vibra. Aprendiendo solo. A caer. Y a levantarme. Las ostias duelen menos cuando nadie te sujeta. Pero son más abundantes. Rodando. Velocidad. Perdido en la música. Y el Retiro huele a rockabilly y a un blues algo triste. Un día más, Metro de Madrid invita al trayecto. Me siento bien.

De vuelta

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Una vez más
duele la soledad,
se ahogan las palabras,
el cielo se vuelve azul
y me asfixia respirar
un aire de yo sin tú.
Duele mirar atrás,
y verte
y no mirar...
y verte.

Aun lloro,
mirando el mundo por un cristal,
aun lloro,
volviendo a vivir en casas de sal.
Polvo al polvo,
tiempo al tiempo, vuelvo a llorar,
aun lloro
al verme arrastrado al final.

No sólo estoy solo,
me acompaña tu fantasma
a cada paso que doy,
taciturno, de gesto hosco,
me mira desde la cama,
me susurra quien soy.
Y, al despertar, tapa mis ojos
y me susurra que hoy
ya no te he perdido, todo encaja.
Pero veo la bruma de tu rostro
y la ilusión se cae a trozos
y en mí mismo me encojo.
Sin risa, me siento otro,
no, no estoy solo,
pero no sé dónde estoy.

Agradecido por lo que hiciste,
por no quererme mentir.
Todo lo que me diste
lo guardo junto a mí,
todo lo que aprendí,
otras formas de ser feliz.
Aun puedo vivir.
gone away for blog.jpg

radiohead girl?

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Buscar estrellas fugaces. Deseos que nunca se cumplirán. Extraño. Como la sensación de tener dos sombras proyectadas en direcciones opuestas. Insólito. Dos caballos blancos mirándome. Bañados por una luna azul. Azul. Azul, como ella. No dejar de odiarme hasta que no me sangren los nudillos. Nudillos que no dejan de doler. Volver a caer. A comprender. Solo. Sólo solo. Respiración entrecortada. Nudo en la garganta. En el estómago. En el corazón. La vida me traerá más vida. Eso dicen. ¿Será posible? Ahora no sé verlo. Aprenderé. Cada vez más despacio. Un retroceso necesario.

sea

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Tocado. Pero no hundido. Flotando. Como acostumbraba a hacer. A la deriva. Niebla. Con los ojos hinchados. Con los nudillos sangrando. Respirando mi propia apatía. Destilando empatía. Una empatía que acabará por destruirme. Perdiendo certezas. Perdiendo seguridad. Perdiendo confianza. Perdiéndome el respeto. Gastando el orgullo en juegos inútiles. Perfectamente consciente de todo. Pero desconocedor de la situación. Como en otro plano. Pasado, presente y futuro se entremezclan. Forman la misma amalgama de desconfianza y miedo. Con el mismo significado. Que sea lo que tenga que ser. O lo que hagamos que sea.

ni bien, ni regular

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Josh (a.k.a ''estúpido valiente''), Edith Green, Conrad Thompson, Sídero, el estudiante que no llegó a tener un nombre, Koldo, Luis García Luque.
Están todos igual, gracias por preguntar.

estúpido valiente

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Verano. Escalofrío. Después del tic siempre va el tac. Tanto lo había repetido. Josh nunca comprendió el verdadero significado. Tac. Qué siniestro sonaba desde tan cerca. Tac. Así que vuelta a casa. Josh siempre sintió seguridad con su cinturón. Ahora tocaba volver a casa. Con los cristales de la luna clavados en la piel. Bajo las llamas del depósito. A rastras. Contemplándo su seguridad. La culpa no es de nadie. Lo recordaba de aquel embarcadero azul. Hermosa simetría. O, al menos, simetría. Paró. Escupió sangre. Miró atrás. El denso humo negro se fundía con las nubes. Siempre se creyó capaz de conducir. Siempre con su cinturón. No comprendía nada. Ni cómo. Ni cuándo. Ni por qué. Sólo podía preguntarse qué pasaba en el otro extremo del mundo. ¿Seguía existiendo un eje de simetría? ¿El asfalto se manchaba de sangre en el otro extremo del mundo? No sabía nada.

paramnesia

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Veo el mismo Seat León rojo acercarse a mi desde los dos lados de la calle. El asfalto se derrite bajo mis pies. Y las aceras. Y las señoras. Y los parques. Y el sol. Un niño sonríe con su pistola de agua recién comprada. Y su camiseta de la selección. El agua se derrite. Y las ventanas. Y los árboles. Y mis pensamientos, que no tienen tiempo de volar. Fluyen. El verano madrileño es pura rutina. Rutina líquida. Palabras. Imágenes. Sonrisas. El calor se derrite. Y yo.

gravity

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Despertó de repente en aquel mundo. Arrastrado a la existencia. Uno más. No sabía nada del funcionamiento de todo aquello. Nadie se lo iba a enseñar. No sabía nada. Pero aprendió rápido a alimentarse de lo sembrado. Pero ahora se acercaba el otoño. Y no sabía nada. Nadie le enseñó a echar de menos.

y yo a ti

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Se me parte el alma cada vez que miro al pasado. Y no hay florituras para expresarlo. Un golpe de suerte. En las costillas. Eso es el pasado. Nunca va a cambiar. Nunca va a mejorar. Siempre va a haber existido. Pero ahora me queda un presente. Un futuro. Y son míos de verdad. Son nuestros. Es la hora de ser quien nunca he sabido que soy. Es hora de saberlo. Hay cosas que nunca cambian. Pero es porque no están por llegar.

certezas

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Nunca he estado seguro de muchas cosas. Ni de lo más básico. Nunca he estado seguro de como me llamo. Hace tiempo que no tengo claro lo que significa la palabra hogar. Y no estoy muy seguro de que mi significado de familia coincida con el vuestro. Nunca he estado seguro de si debería cambiar. De por qué debería hacerlo. De por qué no lo hago. Sólo hay dos cosas que tengo claras. Sólo hay dos cosas que realmente sé. Y me encanta.

cafeinómano

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Otro más. Que tengo sed y pocas ganas de dormir. Siempre me tiembla el pulso. Esto no lo va a cambiar. Pero tampoco lo empeora. Otro más. Y ponte a saltar. Lo quieras o no éste es un momento divertido. Encaja. Joder, encaja. Otro más. Me siento parte de pocas personas. Rodeado de demasiada gente. Se hace de noche. No dejo de pensar que esto no es lo mio. No nací para tonteos, tonterías y canciones tontas. Otro más. Vámonos.

selfish

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El que me saluda con los ojos rojos cada mañana desde el espejo no quiere ser yo. Me odia por lo poco que le quiero. Por el pelo desgarbado. Por los ojos rojos. Por mirarle con mala cara. Porque es culpa mía. Que se joda. Que se busque otro trabajo. Yo sólo le pienso dar disgustos cada mañana. La noche no trae espejos. Que putada para él.

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noche en la calle,

me persiguen mis pasos,

sólo silencio

home again

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De puertas para fuera todo funciona. Por eso no quiero mirar atrás. Y volver a ver que la vida no es justa. Para nada. Me canso de decirlo. Por eso soy más callejero que el asfalto. La noche sólo es noche con tu luz verde. Y con calor figurado. Me da igual que nadie crea en mí. Yo sí lo hago. No quiero volver a casa. Hoy no.

Sídero y la felicidad

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Escribo desde la seguridad
de unas velas plegadas,
de tierra firme bajo mis pies,
de los motores en calma,
desde el placer de la llegada.
Escribo desde un edén
de esperanza renovada
y, aunque mi destino cambié
ya no quiero volver:
estoy en casa.

Ante mí una nueva vida,
ante mó el fin de la nada,
ya no hay estrellas frías,
ya no hay tortura alada.
Y es que tras tanto tiempo
calculando un camino,
perdido días y días,
perdiendo hasta el aliento,
decidí rendirme al viento.
No quise encontrar destino,
ni pensé que así lo haría,
decidí dormir despierto,
no chocar
y no buscar salida.
Poco a poco el descuido
me trajo a un planeta nuevo,
me recordó a Corazón,
pero bello,
lo habitaba Lady Vainilla.
Y choqué contra su suelo
y el choque fue suave
contra la superficie amarilla.
Así comprendió mi cerebro,
volcado en una verdad sencilla:
Caela ya no era azul,
Caela al fin existía,
nunca recibió mis cartas
pues Caela no es su nombre,
ella es Lady Vainilla.

Ahora, al fin, soy feliz,
siento completamente la dicha.
Con mis yemas puedo sentir
leves ondulaciones en la superficie fina
y como buscan aquí
calor unas manos frías.
Y mi olfato, siempre gris,
encontró suave vainilla,
melodía en mi nariz
si está cerca su mejilla.
El gusto es grato, sí,
rosado, felicidad, vida,
también puedo oir
susurros de pura alegría.
Y el festín de lo que vi,
ante mis ojos nunca termina:
un verde mar al que huir,
donde perderse,
donde encerrarse,
donde a gusto viviría.

Soy feliz
pues tengo paz
y no tengo el alma partida.
En Corazón hay seismos,
pero aquí
puedo descansar
sin miedo a una caída.
Vuelvo a casa
al hogar,
aunque no al punto de partida,
abrázame
una vez más,
te quiero, Lady Vainilla.
cool glow.jpg

el eterno retorno

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Nunca podré dejar de preguntarme en qué piensa un anciano sentado en un banco. Nunca podré dejar de pensar en todos los segundos que paso pensando. Si volviese, volvería a caer en las mismas deliciosas contradicciones, en todos los tropiezos. Si no tropezase, lo intentaría. Sigo la suave estela que me guía a otro profundo viernes. Nunca podré olvidar cada segundo que no olvido. Nunca podré no esperarlo. Y, si volviese, volvería a caer en el mismo precioso mar. Y ahogarme. Si no me ahogase, bucearía hasta perder el aire. Me da igual. Exactamente igual.

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verano está aquí,
trae olor a lento sudor
de mente y manos

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no molestar, no,
que me cuelguen un cartel,
vuelva otro día

relax

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Date prisa. Al final te va a importar sólo a ti. Para variar. Nadie te va a devolver el tiempo perdido. Resígnate. Será el karma. Ah, no, que no existe. Y si no que le pregunten a San Agustín. O a Hartzenbush. Seguro que con ese nombre sabe de todo. Putos místicos. No me preguntes. Ni me cuentes. Ni me digas. No me interesa. Ocupado. ¿No ves el puto cartel? Claro que no. Debería ponerlo. Gente molesta en horas molestas. Metro de Madrid sigue en oferta. Noche, traeme paz y abrazos figurados.

so

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so... bye bye, at least for a big while

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en los tejados

con la ciudad a mis pies

vivir sienta bien

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vainilla y luna

espiando desde arriba

tu beso y el mío

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creció el poema

dando palabras blancas

de pura bondad

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rápidas alas,

brisa estival de un mayo

azul, morado

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traje y ataduras

me anclan al mundo real,

yo quiero volar

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el cielo es negro,

negras son las estrellas,

risa de luna

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globos suicidas

otra mañana sin ti,

sin mí, sin vivir

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ruido y gritos,

miro a las nubes, feliz,

cielo azul y acción

frown

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Es viernes. No parece el mejor día para ser el tipo más feliz del mundo. Pero siempre me gustó llevar la contraria. En el metro parece que haya sucedido una desgracia. Y en la calle. Y parece ser que la culpa es mía. Venga, intenten sonréir, que no les cuesta nada. Al menos quítese la cara de asco para pisarme, señora. No lo van a conseguir. Yo voy a seguir sintiéndome bien. Ya sólo me queda arreglar el mundo. Voy a por ustedes.

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el frío se va

y brisa de vainilla

tu piel traerá

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grey day under me

while I'm sitting on a cloud,

you with me, what else?

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sol y nube y yo,

viento seco, emoción,

vida, más color

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la vida trae

nube y claro por igual,

aprendo a mirar

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pensando en ella

se me pasan las horas

sentado en el sol

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libertad a mí,
simplemente soy feliz,
sol, brilla sin fin

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ciclón de brillos,

motas de rayos de sol,

primavera y yo

chica radiohead

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Cierto tipo de cosas nunca habrían cabido aquí. Pero un sabio me dijo que la estética es para capullos. El olor a romero. La suave lluvia. Reir a carcajadas por la calle. Sin asustarme. Ver salir el sol en medio de la madrugada. Se acabó mirar al cielo. Se acabó el azul. Siempre que no venga con verde. Se acabó el vértigo. Sigo sin saber quién soy, pero ahora me da igual. Perdido y encerrado me siento bien. Todo está en su sitio.

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destellos de sol
en la noche lluviosa
siento su calor

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suave cristal hoy

sangra sobre mí el cielo,

sonrío al viento

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que pase el tiempo
sin dejar yo de ser yo
y después seas tú

gilipollas

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Es fácil cabrear a alguien. No es muy complicado tener la aversión de una persona. Pero el odio de un colectivo. Institucionalizado. Le hace a uno sentir importante. Soy un cabrón sin remedio. Aposta o sin querer. Lo cierto es que es uno de esos modos de vida que no suelen cansar. Me escuece algo. ¿Será la conciencia? Ah, no, otro cuchillo. Buena puntería. Pero yo ya no sangro. Ni tengo conciencia. Odio social. Odio colectivo. Soy un cabrón sin remedio. Odio institucionalizado. Institucionalicida.

the world is kold up here

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Día 108 desde la partida. El ascenso está convirtiéndose en algo infernal. Hemos perdido a unos cuantos hombres por el camino. Los que quedamos estamos mutilados. Gerald decidió comerse a su hermano. Ninguno se lo reprochamos. Hace tres días que alcanzamos la cima. Nadie se lo esperaba. Había un hombre. Trajeado. Con gafas de sol. ¿Estáis en lista? Me da a mi que con esas botas de montaña aquí no subís... Estamos esperando a que se decida a dejarnos subir. A Gerald aun le queda un poco de su hermano. Pero las provisiones escasean. Pero escasea más la paciencia. Pero no pensamos irnos por donde hemos venido.

blue

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Me senté al borde del embarcadero. Hubiera deseado que fuese una modesta construcción de tablas. Pero el progreso no se detiene. El horizonte no era más que una línea naranja y azul. Azul. Al final toda la vida transcurre desde el blanco hasta el azul. Y volver. El problema... Empecé a decirme. El problema está en nuestro cerebro. A veces decide no darse cuenta de que la vida no es justa. Y ahí estábamos, en el embarcadero, yo y yo. Miré al cielo. Esperando que existiese alguno de los dioses bondadosos de los que me habían hablado toda mi vida. Porque, si era así, podía jurarles venganza. Pero sabía que no. Que nada tiene sentido. La felicidad puede durar una hora y media. Y la culpa no es de nadie. Y éso no iba a cambiar. Por mucho que me descarnase los nudillos contra el embarcadero. La culpa no es de nadie.

o no

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A veces la respuesta la tienes frente a los ojos. O no.

orfeoide

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No sé hacia dónde estoy corriendo. Sólo sé que si paro y miro atrás seré yo quien desaparezca. Hay luces en el camino, pero nunca debí decidir mirarlas. Ahora sólo me queda correr. No sé hacia dónde. Quizá no me importe. Azul. Verde. Quién lo diría. Gris humo.

infinito

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Quiero pedir un minuto de silencio. Por todas las víctimas del terrorismo. Por todos los soldados que mueren defendiendo su patria. Por todas las víctimas de la violencia machista. Por todas las adolescentes desaparecidas. Por todos los damnificados en el Tsunami del sureste asiático. Por todos los que murieron en el terremoto de Chile. Por toda la gente que no llegó a saber que había muerto en Hirosima. Por todos los policías que mueren en el cumplimiento del deber. Por todos los judíos del holocausto. Por todos los musulmanes del nuevo holocausto. Por todos los niños soldado asustados. Por todos aquel que muere de inanición sin salir en las noticias. Por todos los Tibetanos que sufren el régimen de China. Y también por todos los Chinos. Y por todos los niños soldado orgullosos. Por todo drogadicto muerto. Por todos los suicidas. Por todos los que se inmolan por alguna causa que consideran justa. Por todos los dictadores muertos. Por todos los nazis que murieron defendiendo su patria. Por todo asesino condenado a muerte. Por todos los judíos del nuevo holocausto. Un minuto de silencio por toda persona que haya muerto o que muera en estos momentos. Un minuto de silencio por cada muerte atroz y horrible. Un minuto de silencio por cada muerte tranquila y en paz. Pido un minuto de silencio. No por todos ellos. Un minuto de silecio por cada uno de ellos. Así os callaréis. Y no tendré que volver a oiros hablar sobre muertes justas. Ni sobre muertes injustas. Hipócritas. 

cucarachas en el estómago

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Todo el mundo empeñado en que todo sea bonito. Y perfecto. Y cordial. Nadie comprende que  alguien quiera alimentar el caos. Pero es caos lo que hay al fondo, lo queramos o no. Estoy harto de que la gente que me repugna se sienta ofendida. O incomprendida. Podría ser un poco más cordial. Pero no me sale de la polla. Estoy harto de lo jodidamente maravilloso que es el amor. Mariposas en el estómago. Corazoncitos. Toda esa mierda. Nadie habla sobre lo maravilloso que es que te dé asco todo. Cucarachas en el estómago. Apatía. Nadie habla de lo maravilloso que es. Porque es una intensa mierda. Y si intentas cambiar recuerdas los motivos que te llevaron a ésto. La pared se ha aprendido mis ojos de memoria. Y el techo me aparta la mirada. Apatía y desesperanza. Azul. Cucarachas en el estómago.

Bestiario del poder

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Arañas viles
que tejen los hilos
de sus títeres serviles
(mentes cercenadas a miles),
que escriben un destino
para decir que es irrompible.
Su veneno es asesino,
como implacables reptiles,
mezquinas serpientes sutiles
que mudan sus pellejos ricos
cuando ya les han servido
para cambiar lo que dices
por lo que sus garras escriben.
Sus garras salvajes
de águilas rapaces
que prometen ser libres
al son de cantares,
de himnos horribles,
de atroces verdades,
de fuego en ciudades,
del rugir de misiles,
de llanto de madres,
de pechos sangrantes
que riegan el oro
en anchos caudales
a todos los grandes
que velan por nuestro caos
en su vuelo rasante.
No debemos perdonarlos
y ellos lo saben,
que sigan jugando,
haremos que acabe.
Pues, al fin y al cabo,
sólo son humanos
jugando a ser dioses
o a ser diablos.
Son simples gusanos,
son crueles pastores
de un ciego rebaño
que nunca se opone.
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adiós

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La prosa me está corrompiendo. Trás decir ésto desapareció con un chasquido. Como final, no era muy impresionante. Porque no era, en absoluto, un final. Espero. Ni tan siquiera un descanso. Sólo un grito de súplica. Llega un momento en el que los modos de vida se gastan y se vuelven deprimentes. Y me tengo que conformar con no conformarme con ello, no queda más. Todo tiene un límite. Pero es sólo para que podamos tocar fondo.

deriva

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Mírame a los ojos y dime que existo. No lo pienses. No serías capaz de hacerme éso. Me lo dice tu sonrisa. Pero también me dice que no existo, sin saberlo. Agárrame fuerte, antes de que escape. Mírame a los ojos. Por favor. No se lo digas a nadie, pero creo que me estoy convirtiendo en plástico. Aquí hay demasiada niebla. Hinchemos un bote y vayámonos. Tranquila, yo remo. Tú mira las estrellas. Seguro que tú sí que puedes. Todos somos iguales. Pero yo no lo noto. Es difícil ser uno mismo cuando no sabes quién eres. Mírame a los ojos. No te asustes, necesitamos al menos un valiente a bordo. Siempre es agradable encontrar una cara conocida entre la niebla. Nunca llueve a gusto de nadie.

cerebro de plástico

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Podría pasar horas así. Mirando nubes grisáceas sobre fondo azul. Sintiendo la vibración del subwoofer. Como aquella mañana. Había vuelto a saltarme la clase de ''mentir provechosamente''. No la necesitaba. Pero el profesor nunca me hubiera creido. Supongo que te sientes demasiado extraño cuando has conseguido mentir lo suficiente como para que los demás confíen en ti más que tú mismo. Lo suficientemente bien. Al fin y al cabo las palabras se inventaron para mentir. El verdadero reto está en decir la verdad. Y mentir con los ojos. 

Éxodo TV

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Todo empezó en casa de Roy Daniels. O al menos fue el primer caso documentado. El técnico miraba perplejo el aparato de televisón. Todo perfectamente conectado. Todo en orden. Pero la pantalla permanecía negra. A las pocas horas las caras de perplejidad se multiplicaron. Y las llamadas se multiplicaron entre los técnicos, que no entendían nada de lo que sucedía. Al día siguiente ninguna televisión mostraba nada. Pero, en contra de toda utópica expectativa, la gente permaneció en casa. Los niños no salieron a jugar en los jardines. Los adultos no pasearon por el verde parque bajo el radiante sol. Las calles no se llenaron de vida con gente dada de la mano proclamando la paz mundial. La gente permaneció en sus casas. Los directivos de las cadenas optaron por el suicidio ritual. La población miraba la pantalla negra. Obsesionados. Esperando respuesta. Internet difundió rumores muy feos sobre televisores activos. Comenzaron las revueltas. Con todo, los salones del mundo seguían a oscuras. Al sexto día desde el primer caso de ''desvanecimiento'' los televisores comenzaron a captar una señal. Emitía una carta de ajuste física durante seis horas al día. Blanco. Amarillo. Cian. Verde. Magenta. Azul. Negro. En la parte inferior izquierda se veía la mosca de la cadena: Éxodo TV. A día de hoy ningún televisor se apaga. La esperanza de nuevos programas los mantiene encendidos. Seis horas diarias de barras de color. Roy Daniels fue asesinado veinte días después del comienzo de emisión de Éxodo TV, considerado por muchos como principal responsable.

take a ride

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Perfekt. Las palabras inglesas siempre sonaron mejor con k. Mirando la llama de mi mechero esbocé una sonrisa. O algo por el estilo. Tiré el casco al suelo. Encendí otro cigarro. El horizonte me miró a los ojos. Desafiante. Gris. Cerré los ojos y aceleré. Basik. Tan simple como no saber cuándo acabará. Sólo sentía el viento. No tener ganas de nada tiene un matiz tétrico. Peligroso. No tener ganas de nada es mucho más que mirar al techo. No tener ganas de nada es no querer mirar al techo. En algún momento el asfalto acabaría. Siempre antes que yo. Logik. Tan obvio, tan inevitable y tan estúpido. La desgana es el mayor peligro. ¿Subes? Sé que no. Perfekt

colisión

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Si no me moviera, nunca llegaría a chocar con nadie. Curiosa sensación.

calor

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Despertó sobresaltada. Sin ningún motivo. Cinco cero cero a eme. La luna se reía por la ventana. Aquél no era el mejor día en la vida de Edith Green. Pero no era el peor. Ni de lejos. Edith se ataba los cordones cuando una sonrisa estúpida la asaltó. Siempre había dicho que prefería las sonrisas estúpidas a las amargas. Más efectivas. Excepto por el regusto a estupidez que le dejaban. Por la calle las papeleras se reían de ella. Sabía que podía vencerlas. Nunca se había atrevido porque eran muchas. Se estaba haciendo mayor. Nadie que la viese lo imaginaría. Su sonrisa siempre parecía muy cálida. Nadie nunca imaginaría a Edith Green. Yo sí.

once eme

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Ya no os quedan lazos negros. Ya no os quedan minutos de silencio. Se os ha agotado rápido la hipocresía. Al menos hasta dentro de cuatro años. Entonces Imanol Arias dirigirá el especial diez años. Protagonizado por Eva Santolaria. ¿Qué fue de esa chica? Seguro que le hacen sacar las tetas en la película. El dolor ya pasó de moda. A diario muere gente. No hace falta que os escondáis, a mí tampoco suele importarme.

skin

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Caminaba por la calle completamente empapado. Como una expedición de submarinismo. Pero me gustaba pensar que era el agua la que se llenaba de mi. Me sentía conectado al mundo. Salvaje. A menudo me cuesta ponerme el traje de ciudadano. Gritar y volcar cubos de basura son sólo descosidos que me salen cuando la vida me recuerda quién manda. Al final sólo somos una serie de instintos. Puedes desnudar a una persona de su traje de hipocresía. Si crees que verás la libertad te quivocas. Verás la desprotección y necesidad. Despoja a un hombre de sus palabras. De sus florituras. De todas sus mentiras. Lo que tendrás serán sólo una serie de instintos y una vida en la que aplicarlos. Nos cubrimos con tantas capas que luego no vemos lo que tenemos ante nuestros ojos.

la importancia de los pies

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No es fácil dormir con la luna mirándote a los ojos desde la ventana. Las guerras fratricidas son un eco constante en la historia universal. A mayor o menor escala. La instrahistoria es un reflejo fiel. No es fácil juntar dos palabras cuando el cerebro intenta escaparse por tu oído izquierdo. Luchar en varios frentes es tarea de héroes, dejadme que siga bailando. Corté mis manos a la altura del alma y, oh milagro, seguía sin sangrar. Quiero seguir bailando, pero me cansa. Me aburre la canción de ritmo indeciso. Con o sin música. La gente no comprende la importancia de los pies. Quiero seguir bailando. Silencio.

suavidad

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En la superficie de la piscina se reflejaba una luna casi llena. Mientras tanto, ella flotaba suavemente. Desnuda, con sus bucles dorados extendidos a su alrededor. Iluminada por la luz blanquecina de aquélla luna. Me miraba sin mirarme, mirando a un lugar a muchos kilómetros de distancia en mi dirección. Finalmente yo estaba allí. Había sido difícil. Pero lo había conseguido. No pude hacer otra cosa que sacar la cámara. Inmortalizar aquel momento. Darme la vuelta y marcharme del lugar. Ya podía leer en mi mente los titulares. Joven diva del pop muere de sobredosis en su piscina. Ya podía escuchar el dinero tintineando en mi bolsillo.

Metal, piedra, huesos y yo

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Que no te sorprenda
si abandono la frágil piel
y mi sonrisa pétrea
hago realidad al volver.
No te sorprendas si me ves
sumergirme en un corazón de roca,
abrir mis alas cual velas
que al viento son sólo losas.
Que no te sorprenda
si empiezo un estático vuelo
y con las piedras que me arranqué
el alma me despellejo
hasta ver fluir la roja,
desnuda y liviana estela
del dolor sabio de Febrero.

Mis labios plúmbeos se harán
ebúrneos de tanto viento,
no querré el suelo mirar
para ver que no me muevo.
La tierra que ahora siento
ayer la dejé atrás,
cada mañana despierto
en un nuevo gastado final.

Que no te sorprendas espero
cuando veas como yo
que la razón de ser del cero
es todo tu alrededor.
Mis ojos de embustero,
de un suave fuego de cristal,
se tornan en carbón
para no ver nada más,
para no ver lo sincero
que es el llanto aquí en Nod,
para no ver que no hay sentido,
ni rima,
ni bondad,
ni razón, ni alma, ni Dios.

Metal y piedra es mi infierno
de luces y de calor,
ahora el aire fresco,
con ganas de encarcelarme,
sopla contra los hierros,
contra el lítico ser yo.

Y que no te sorprenda
si caigo,
pétrea sonrisa, pesadas alas,
finos ojos, plúmbeos labios,
y, segundo a siglo, en el barro
me hundo sin ningún temor.
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brisa

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No tiene. Sentido. La vida. Deja de buscar. La única respuesta es nihil. Vida no es más que otra de mis amigas más putas. Como Hope. O Abnegación. La vida no es justa. Y no hace falta mirar muy lejos para verlo. No hay justicia. Sólo ATCH rebosante. Unos ojos así no se merecen una capa de cristal. La vida no es justa. Y al que me diga que tiene sentido juro que le destrozo. Como el tigre de Miguel Hernández. Dios no existe. No a vuestra manera. Y si existe es un hijo de la gran puta. Las palabras más sinceras son las que no se dicen.

bum es el ruido que hace la alegría al desvanecerse

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Puedo pasarme la noche. Puedo pasar incluso el día. Puedo pasarlos asestándome puñaladas en el cráneo. En el corazón. Entre los poros de la piel. En la polla. En los ojos. En los dedos. En los labios. En el alma. Y no duele. La sangre es espesa y translucida. Y no duele. Y sonrío. Y sin embargo un par de reflejos en la realidad. Un par de gotas de agua. Que se ceen importantes por ir cargadas de sodio, lisozina, potasio, albúmina y globulina. Destellos que no son más que una descarga de ACTH. Tan sólo dos hacen falta para sentirme ahogado. Para volcarme el alma en mierda. Para deshacerme la sonrisa de autosuficiencia en un tiempo demasiado pequeño como para gastar palabras en medirlo. Y lo peor de todo es que no me pertenecen.

luz

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Malas ideas. Ideas realmente malas. Ideas que cualquier persona explicaría a un niño como feas. Malas ideas surcan mi cerebro. Como una tuneladora. De punta a punta. De extremo a extremo. De lado a lado. Surcan mi cerebro. Como una tuneladora. Pero el taladro está empezando a humear. Espero que no sepáis lo que éso significa. Sinceramente.

reconstrucción

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Sentado al borde de aquella azotea el tiempo discurría mas lento. Di la última calada de mi penúltimo cigarro y miré hacia abajo. Vi la colilla serpentear en el aire para acabar siendo arrastrada por una corriente, que la llevó fuera de mi visión. Pensé que debía domesticar mi mente. Pensé que debía prohibirme las ensoñaciones, el pensamiento, la imaginación. Cada vez que hacemos algo real en nuestra mente, borramos la posibilidad de que sea real fuera de ella. En un principio pensé que era una locura. Pero poco a poco me daba cuenta de lo cierto que era. ¿Qué posibilidad hay de que algo ocurra exactamente como lo pensamos? Todos los detalles, el color del cielo, la brisa o el viento del momento, las palabras. No es posible, pensé. Si quería conservar la esperanza de que algo funcionase. De que algo funcionase como quería. Tenía que dejar de pensar en ello. O acabaría desapareciendo. Sonreí. Encendí mi último cigarro. Miré hacia abajo. Cerré los ojos. Pensé. Al abrirlos todo parecía menos real. Poco a poco todo el mundo a mi alrededor se volvió blanquecino. Miré hacia arriba. Sonreí.

peligro

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Lo realmente difícil es no desvanecerse. Hay sólo una manera de vivir y demasiadas de no hacerlo. Lo difícil no es vivir. Seguro que si tuviésemos un botón de autodestrucción se oirían constantes explosiones por la calle. Sólo para "ver que pasaba". También podríamos decidir reunirnos. Ponernos en fila. Podríamos contarnos lo que nos hace sentir el ver un hospital solo, frío y empapado en lluvia. Les demostraríamos a los chinos que no son los únicos capaces de cambiar la órbita terrestre. Y sin necesidad de pataditas.

incomprensible

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El peor café que he preparado nunca es, a la vez, el peor café que he tomado. Vivir para uno mismo es simple. Es imposible joder a nadie cuando se vive hacia uno mismo. El verdadero problema de los seres humanos es que somos seres sociales. La interacción no es nuestro punto fuerte. Espero al borde del andén con postura desafiante. Cualquiera diría que voy a darle una ostia al primer vagón que pase por allí. Hay tantas cosas en este mundo que nunca comprenderé. Pero adoro el sol de invierno. Un día más la gente se guarda sus buenas caras por la calle. Hay tantas cosas en este mundo que nunca comprenderemos. No comprendo por qué no me siento insignificante. Vivir para uno mismo es simple. Siempre y cuando no tengas vértigo. Siempre y cuando la nieve sólo sea nieve.

Uno nunca debió ser dos

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Noche tras día
vivo el sabor de la nada,
las paredes me aplastan,
no puedo respirar,
sueño con la salida.
Salida que no está,
no es más que ilusión chamuscada,
la calle anestesia el alma,
pero el dolor nunca acaba.

Cuando has visto morir
al amor que te dio la vida
¿qué te queda por sentir?
El dolor y el miedo te enfrían,
mueren tus expectativas.
Enciérrate y grita
muy bajo, que nadie te oiga,
susurra a chorros el dolor,
que sólo te conozcan la alegría.
No dejes de creer en el amor,
aunque no tenga sentido,
aunque sea una mentira,
cree aunque no lo creas,
ni lo veas,
aunque lo hayas visto herido,
sangrante, agonizante,
tu salvación puede ser ella.
Pero el dolor nunca cesa,
es algo que he aprendido;
aunque parezca que no
la herida sigue abierta,
aunque no prestes atención
la sangre siempre regresa.
Y por eso en mi habitación
los pies y el alma me pesan,
cero concentración,
mente voladora, dispersa.
No quiero compasión
ni quiero compartir penas,
sólo cambiar de tema,
alguien que me devuelva
mi hastiada respiración
para no asfixiarme cuando vuelva
solo a mi desolación.

Y siempre me faltan fe
y ganas de ver el sol.
Me sobran miedo a perder
y ganas de matar al dios
que me dejó un ayer
y el mañana lo rompió.
Me falta luz para ver,
me sobra siempre corazón.
Footsteps.JPG

eclipse en Würdigland

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El cielo estaba oscuro aquélla mañana en Würdigland. La gente lo achacó a la niebla imperante en aquella época del año. El hecho es que el mediodia disipó la niebla. La oscuridad seguía ahí. La Luna de Würdigland estaba ocultando el Sol. Todos los seres vivos de Würdigland echaron la vista al cielo, confusos. Entonces el caos comenzó. En el bosque desapareció el orden natural, incluso el caos natural decicdió esfumarse. Los zorros persiguieron a las ardillas, ávidos de masacre, hasta el momento en el que una ardilla se abalanzó sobre un zorro. A los pocos minutos no quedaba un zorro con vida. Las mariposas sufrieron un arrebato saturniano y se lanzaron contra los capullos de sus crías, arrancando todo rastro de descendencia. En la ciudad las cosas fueron parecidas. La gente se quedó paralizada. Cinco minutos los más afortunados. Los menos afortunados no vivieron para salir de su estado catatónico. El caos es como un niño bomba en un almacen nuclear. Saqueos. Asesinatos. Alguien cambió el letrero de la ciudad por Geisteskrankland. Las mujeres persiguieron a los hombres. Si los políticos no hubiesen estado ocupados arrancándose los ojos a mordiscos seguramente hubieran decretado nuevas leyes contra la nueva violencia de género. Los peones bajaron de los andamios de los grandes edificios de oficinas. Tomaron los grandes edificios, llenos de empresarios, y les arrancaron los brazos. La policía libró una batalla sin armas contra el ejército. Los vendedores de electrodomésticos fueron quemados vivos en sus tiendas. Los edificios cayeron, piedra a piedra. Y todo acabó. La Luna volvió a su sitio. El Sol volvió a brillar. Hombres y mujeres volvieron a sus camas. Los políticos buscaron sus ojos a tientas. Los peones volvieron al trabajo. Los empresarios que conservaban sus extremidades también. Nadie quiso reconocer que allí había pasado nada. El bosque siguió lleno de cadáveres.

radiohead girl

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Sus ojos. Sus labios. Su sonrisa. O la manera que tiene de mirar hacia otro lado. O quizá nada de eso. Dama roja. Dama blanca. Wonderland. Divagar, ya estamos otra vez. Sus ojos. Sus labios. Su sonrisa. O la manera que tiene de captar mi atención. Momentaneamente. En dos palabras me he olvidado. Amnesia selectiva. Los peces hacen glub glub. Concéntrate. Sus ojos. Sus labios. Su sonrisa. O la manera que tiene de mover sus pies. Con ritmo. Con o sin música. Radiohead. Creep. Quiero que me canten Creep, como si fuera una canción de cuna. La infancia es ignorancia. La ignorancia es felicidad. La felicidad es cuestión de perspectiva. La perpectiva cambia. Cambio. No me concentro. Nada capta mi atención. Captar mi atención. Su sonrisa. Sus labios. Sus ojos. Vértigo. O quizá nada de eso. 

orgullo

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Estás perdido. Alguien te ha dicho que lo que has creado le agrada. Estás perdido. Alguien piensa igual que tú sobre lo último que escribiste. Estás perdido. Alguien quiere darte dinero a cambio de esas palabras. Estás perdido. No eres más que una puta de la palabra. Estás vendido. Estás perdido. Porque llegará el momento en el que todo vuelva a la normalidad. Y sigas sin valer nada. Y la gente tendrá palabras de indiferencia. Y te dolerá. Por gilipollas. Estás perdido. Perdido.

naranja

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La felicidad. La felicidad sólo es un sedante para tarados y cobardes. Mi felicidad no es un cambio de situación, es un cambio de perspectiva.

clonk

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Jueves de febrero, debería hacer frío. Pero el calor es insoportable y esta vez sólo hay un machete que pueda solucionarlo. Una fuente de calor y muchos puntos de inflexión. Pese a todo me calzo armadura y yelmo. Clonk. Pese al yelmo las palabras golpean mi cabeza con demasiada fuerza. Clonk. Concéntrate, no me jodas. Clonk. Mi cabeza se deshace en un amasijo de teorías rancias sobre misticismo. Todos dicen que el esfuerzo tiene como pago una recompensa. Nadie te avisa de que el esfuerzo también se paga. Desisto. Entre la cabeza y la absurda conspiración para causarme la gangrena no hay dios que trague a San Agustín. Me voy. Nadie encuentra el causante de ese molesto clonk. 

frío

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Un cuchillo de cortar el pan jamás comprenderá su función. Cortar el pan. Miro cómo está el resultado de su ignorancia. Mal. Cuchillos y dedos. Como chinos y tibetanos. De hecho me importa más lo primero. Llámame mala persona. Yo te llamaré hipócrita. Llámame gilipollas. Asentiré. Y en la calle sólo hace frío. El resto poco importa. Si miro un escaparate es sólo para ver en el reflejo cómo voy peinado. Mal. Peines y yo. Como neandertales y libros. Supongo que perder el rumbo no es sobre a dónde voy. Es sobre el camino que escojo. O no. Eso quiero creer. No lo sé. Tú tampoco. 

rima fácil

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Futuro rima con culo. En asonante. Invierno rima con infierno. Demasiado bien. Amor rima con dolor. Ironías de la vida. Pero también rima con archivador. Y a nadie le importa. Los archivadores deben ser gente muy solitaria. Ateo rima con feo y ateorro con pedorro. Dios estaba sembrado aquel día. Mentira rima con tinta. Imagen con vendaje. Venda con desprenda. Ojo con rojo. Color rima también con amor. Y con archivador. Kurt Cobain rima con gilipollas. Lo veas o no. Prueba a decirlo muchas veces. Veces, que rima con trece. Muchas palabras que riman no hacen una poesía. Poesía, que rima con trigonometría. Muchas palabras que no riman tampoco. Tampoco, que rima con loco.

las mañanas de luna llena

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La gente disfruta palabras que mis oídos no comprenden. Soy incapaz de gritar nada que la gente escuche. Si alguien oyese mi voz pensaría que me he vuelto loco. Siempre es mejor ser loco. Mejor que estar loco. Mejor que ser un loco. Siempre es mejor ser loco. Otros son cuerdos y nadie se queja. Las piedras de mi alma sólo llueven las mañanas de luna llena. Siempre sobre mi tejado. Siempre sobre mojado. Supongo que porque sigo esperando. Esperando a que a la vuelta de la esquina aparezca un deseo cumplido. Unos ojos que brillan todas las mañanas de luna llena, sobre mi, como piedras. Supongo que porque soy gilipollas. Soy loco. Si sus hijas supieran en lo que me convierto cada segundo que escribo estas cosas. Si lo supieran. Si lo supieran seguirían sin saber quién soy. Si lo supieran. Seguirían sin querer nada de mí. Nada conmigo. Así que cálmense, madres. Soy loco. No hay peligro.

benzopireno

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Enciendo un cigarro. Existe una peculiar leyenda urbana sobre unas fiestas muy peculiares. Ácido nítrico, 35 mililitros, listo, tan sencillo como limpiador de impresora. En dichas fiestas los ricachones y ricachonas aburridos se soban y se mancillan los unos a los otros, hasta la saciedad. Mercurio, 5 gramos, listo, no me hacen falta esos termómetros. Aspiro el humo. Fiestas, por cierto, de disfraces, anonimato asegurado. Remover con una vara de cristal hasta que la mezcla adquiera un tono verdoso. Sólo necesitas una máscara de animal y un traje de lo que quieras. Noto como el humo se introduce en mis pulmones. Agregar la mezcla lentamente a un vaso con 30 mililitros de etanol, listo, tan sencillo como acabar esa botella de absenta entre la mezcla y yo. También, por supuesto, necesitas saber el lugar donde se celebra la fiesta. Noto como el benzopireno entra en mi organismo. Hervir durante cuarenta minutos hasta que el humo pase de rojo a blanco. A las famosas veinteañeras se les va la lengua con los tipos deshechos. Añadir 30 mililitros de agua destilada, listo, el aire acondicionado también es útil en invierno. Cara de perro y cuerpo de drácula, burdamente refinado. Filtrar los cristales resultantes y lavar con agua destilada sucesivas veces. Noto como el benzopirento cambia a diolepóxido de benzopireno. Un mayodormo con cara de pato custodia la entrada. Depositar los cristales en un recipiente vítreo. Noto como el diolepóxido de benzopireno se pega a mi gen P 53, por tres partes. Conejos follando con serpientes follando con osos follando con zebras follando con gatos follando con ranas follando con ciervos follando con perros follando con conejos, todos muy guapos. Enciendo otro cigarro. Utilizar el fulminante de mercurio con extrema precaución. Aspiro el humo. Añadir una pequeña chispa para la detonación. Apago el cigarro. No les da tiempo a gritar.

ubicuidad

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Tomé una decisión salomónica. Ahora mis visceras se esparcen por el suelo, lo acepto. Estoy en dos sitios a la vez. A la vez que no estoy en ninguno. No estoy en ningún sitio. Intento estar en dos. Dos sitios. Un sujeto. Visceras por el camino. No es sencillo vivir cuando tienes que tener cuidado de no pisarte el intestino delgado cuando sales a pasear. O cuando tienes que fijarte bien en qué parte del cerebro coges por la mañana. O cuando la gente dice que le eches dos cojones, qué graciosos. La luna que sale a las cuatro de la tarde si que sabe. O quizá sólo se ha perdido. Ubicuidad es la solución, me dice Dios desde las nubes. Pero Dios no existe. No a vuestra manera. Y si existiese no se parecería en nada a mí. ¿Cómo desea autodestruirse hoy? Sin plomo. Y un mechero.

voy

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Voy a comprarme una guitarra y una peluca rubia desaliñada y voy a ser el nuevo ídolo musical. Y mártir, cuidado con despreciarme, no vayas a ser cruel. Voy a comprarme tres kilos de betún y un set de ideas bonitas, pero inútiles y voy a ser el nuevo rey del mundo. Y negro, cuidado con despreciarme, no vayas a ser racista. Voy a comprarme una corona de espinas. Y unas sandalias. Y voy a salvar el mundo. 

duele

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Aquel no era el mejor día en la vida de Conrad Thompson. Lo cierto es que eres absolutamente estúpida y molesta. No es la mejor manera de dirigirse a una conocida con el que compartes el día a día. Pero es buena. La verdad duele, pero duele más una patada en las pelotas. Que se lo digan a Conrad. Pero duele más un hachazo en las costillas. Y Conrad está aquí para demostrárselo a su interlocutora. Venga, Conrie, solo era una patadita, que no se acaba el mundo. En unos minutos en el suelo queda un vago recuerdo de lo que fue la encantadora Shandy Callahan. Conrad quiere algo más, hoy su cerebro se ha tomado el día libre, ha tenido demasiado de todo y de todos. En el pasillo la gente grita. No es esa forma de arrastrar los pies. No es el hacha ensangrentada. No es la camisa de leñador rasgada. No es la sonrisa de loco. Son esos ojos de impasibilidad, como si nada extraño sucediese. Son esos tajos todo lo contrario de limpios, como ser cercenado con un martillo. Y todo acaba. Conrad se va del lugar empapado de venganza. El mundo nunca se acaba. Correr relaja.

tres por dos

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Me divierte la forma que tienen las grandes empresas de anunciar sus promociones. Como si supusiesen un gran sacrificio. Como si acercase sus cuentas a los números rojos. Por la compra de dos productos le regalamos el tercero, por ésto nuestros directivos no van a cenar durante dos meses. Cincuenta por ciento de descuento en mas de treinta mil productos, la hija del director general ha dejado sus clases de equitación y ha empezado a comerciar con su cuerpo. Todos los productos al setenta por ciento de descuento, sólo esta semana, la mujer de nuestro principal accionista ha tenido qe vender un pulmón y las córneas en el mercado negro. Dos por uno en comestibles, los empresarios se mueren de hambre.

Rojo asfalto. Negro felicidad

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La naturaleza nunca me sentó bien,
perdido entre flores nunca supe qué hacer.
Así que escapé de los bosques,
volví a la ciudad,
quería recuperar mi fe,
persequir la noche,
acariciar cristales rotos...
el brillo de las lunas... de los coches.
Quiero respirar frialdad,
atragantarme con los despojos
de malgastados manjares.
Romper el asfalto al bailar
con el ruido de las luces de los bares
y vuelvo a casa de rojo,
rojo, sangre, felicidad.
Pues nunca busqué la paz,
a mi vida le gusta el rojo,
rojo, sangre, felicidad,
roto, temeridad y mares
de espinas sin arrancar.
Pues nunca busqué la paz
y, si la quiero, miro sus ojos,
el resto no es para mí,
es aburrido,
no tiene males,
no tiene trozos
de corazón recién cosido
con retales de lo que viví,
soy un héroe sólo
que aun con pañales
ha sobrevivido a un mundo sin fin,
que nadie me rescate,
puedo con todo,
sólo me daña si te pasa a ti.
Que nadie me saque,
me gusta el rojo,
el aburrimiento tiene color infeliz.
Sin título-3.jpg

tarde

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Recuerdo que recordaba una melodía. Ya no la recuerdo. Recuerdo que la seguía con el dedo en el aire que separa el colchón del suelo. Después recuerdo arcadas y el final. Los sueños nunca acaban como esperas. Recuerdo una hora que no debería estar ahí. Recuerdo estar mas perplejo que asustado. Recuerdo que la cafetera me susurraba su ploploplop. Llegas tarde. Plop. Llegas tarde. Plop. Otra vez. Plop. Llegas tarde. El café nunca tuvo una conversación muy amena.
Recuerdo cantar por la calle. Un hospital envuelto en la niebla es algo muy tétrico. Ésto tiene que ser verdad, me lo ha dicho un niño. Ésto es mentira, lo he dicho yo. Una mujer me pregunta si quiero leer sobre la palabra de Dios. Está coja y viuda. Lo veo en sus ojos. Necesita un abrazo, no un adepto. Tal vez de su hija. Yo tengo prisa. La pena conlleva amabilidad, por poco que me guste. La puerta está cerrada. Alguien descubre mi crímen, pero me encubre. Siempre es mejor un cómplice que un testigo.

clap plap

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Martes de enero, debería hacer frío. En la biblioteca el calor es tan alto y espeso que algunos se plantean avanzar a machetazos. Seguro que los machetes se mellarían. Además hay un molesto sonido que no sabría si definirlo como clap o como plap. Después de horas de investigación encuentro la causa del calor: la combinación de unas cuarenta mujeres entre los 16 y los 30 años y el factor de inflexión. El factor de inflexión son unos ojos azules pegados a un guaperas rubio con camisa a rayas. El cabrón debe ser ingeniero además. Y seguro que se llama Baron Von Muchaverga. O Jean-Claude de là ostia III. O Howard Powerfull. O Sergei Rabosky. Algunos nos conformamos con llamarnos Luis, Koldo en algunas ocasiones, y cultivar la envidia sana. Y copiar lo que ya está hecho con la esperanza de crecer. Así no se puede estar en una biblioteca. Sigo sin encontrar el causante de ese molesto clap plap.