Canción sorda

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Silencio I: huída
La irremisibilidad del Lunes
atada a un sentimiento de nubes,
férrea rutina
sembrando jardines de cruces.

La fuerza tras las huídas
manchada por un sentimiento de limas,
suaves luces
sustituyendo al Sol (a Dios) cada día.

La fatalidad bajo cada paso
clavada con un sentimiento de dados,
tímidos latidos
intentando esquivar lo pactado.

La conciencia de un abismo
vestida de un sentimiento de mendigos,
cansados brazos
queriendo abarcar lo desconocido.

Silencio segundo: chispas
Entre los poros
crecen las pruebas
del abandono,
oscuras muestras
que existen sólo
por no haber razón
que las detenga.
No hay corazón;
vísceras viejas
crecen del suelo,
rompen las puertas,
viven en sueños.
No hay corazón.
Espera, vuelan.
Espera,
espera.
¡Espera!

Tercer silencio: inmersión
Retronar de mil campanas
tras un muro de cristal
que, inmenso, todo lo abarca.
Campanas de plata oscura
tañen sonido de  sal,
en el aire se oculta
el sonido de un vozal
(ruido de cadenas santas,
sabor invisible de agua pura).
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
al borde de la cordura
no existe ningún final.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
ni ahora, ni siempre, ni nunca,
ni voces, ni espejos, ni hogar.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más.

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