January 2011 Archives
Llega un momento en el que todo pasa demasiado rápido la velocidad se impone en cada segundo aunque estés aburrido llega un momento en el que dormir se junta con despertar y te sientes cansado desganado deshecho pero sigues corriendo porque la velocidad se impone en cada segundo y sigues corriendo porque la velocidad te persigue y no te deja tiempo para respirar en este momento empiezas a ver cada detalle de todo lo notas todo al correr el mundo pasa en fragmentos que puedes escrutar durante esa milésima pero no más tiempo porque la velocidad se impone en cada segundo y no puedes parar y no quieres parar y no paras aunque ya no tengas tiempo ni para respirar ni siquiera tienes tiempo para los espaciosysiguescorriendoporquelavidatevaenelloynovasapararniaunquequierasysientesunvértigoindescriptibleysiguescorrien
doporquelavelocidadseimponeencadasegundo
entre rayos de vida,
gilipolleces.
La irremisibilidad del Lunes
atada a un sentimiento de nubes,
férrea rutina
sembrando jardines de cruces.
La fuerza tras las huídas
manchada por un sentimiento de limas,
suaves luces
sustituyendo al Sol (a Dios) cada día.
La fatalidad bajo cada paso
clavada con un sentimiento de dados,
tímidos latidos
intentando esquivar lo pactado.
La conciencia de un abismo
vestida de un sentimiento de mendigos,
cansados brazos
queriendo abarcar lo desconocido.
Silencio segundo: chispas
Entre los poros
crecen las pruebas
del abandono,
oscuras muestras
que existen sólo
por no haber razón
que las detenga.
No hay corazón;
vísceras viejas
crecen del suelo,
rompen las puertas,
viven en sueños.
No hay corazón.
Espera, vuelan.
Espera,
espera.
¡Espera!
Tercer silencio: inmersión
Retronar de mil campanas
tras un muro de cristal
que, inmenso, todo lo abarca.
Campanas de plata oscura
tañen sonido de sal,
en el aire se oculta
el sonido de un vozal
(ruido de cadenas santas,
sabor invisible de agua pura).
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
al borde de la cordura
no existe ningún final.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más;
ni ahora, ni siempre, ni nunca,
ni voces, ni espejos, ni hogar.
En el infinito: la nada,
en la nada: nada más.
que ya no soy el mismo,
que se me notan los días,
que mi voz ya no tiene eco
ni mis pasos camino
ni mi risa alegría.
Y yo... yo no soy más viejo,
sólo más cansado
de vivir tan muerto,
de noches mal dormidas,
de no encontrar sitio
más que en esta isla.
Y si llego a puerto
es siempre de paso
y si un día duermo
es solo y al raso.
Y el frío, dañino,
me hiela en los ojos
las lágrimas frías
y ya nunca lloro.
Y no quiero.
No quiero cambiar,
huyo de esta vida
que pierde intensidad.
Quiero ser el loco
del amor sincero,
las tercas heridas
y el alma voraz.
No quiero ser este reflejo
de una antigua realidad
ni ser más viejo
ni vivir tan muerto.
Quiero seguir cayendo
con la esperanza de volar.