Tomé una decisión salomónica. Ahora mis visceras se esparcen por el suelo, lo acepto. Estoy en dos sitios a la vez. A la vez que no estoy en ninguno. No estoy en ningún sitio. Intento estar en dos. Dos sitios. Un sujeto. Visceras por el camino. No es sencillo vivir cuando tienes que tener cuidado de no pisarte el intestino delgado cuando sales a pasear. O cuando tienes que fijarte bien en qué parte del cerebro coges por la mañana. O cuando la gente dice que le eches dos cojones, qué graciosos. La luna que sale a las cuatro de la tarde si que sabe. O quizá sólo se ha perdido. Ubicuidad es la solución, me dice Dios desde las nubes. Pero Dios no existe. No a vuestra manera. Y si existiese no se parecería en nada a mí. ¿Cómo desea autodestruirse hoy? Sin plomo. Y un mechero.
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