Tocado. Pero no hundido. Flotando. Como acostumbraba a hacer. A la deriva. Niebla. Con los ojos hinchados. Con los nudillos sangrando. Respirando mi propia apatía. Destilando empatía. Una empatía que acabará por destruirme. Perdiendo certezas. Perdiendo seguridad. Perdiendo confianza. Perdiéndome el respeto. Gastando el orgullo en juegos inútiles. Perfectamente consciente de todo. Pero desconocedor de la situación. Como en otro plano. Pasado, presente y futuro se entremezclan. Forman la misma amalgama de desconfianza y miedo. Con el mismo significado. Que sea lo que tenga que ser. O lo que hagamos que sea.
July 2010 Archives
Josh (a.k.a ''estúpido valiente''), Edith Green, Conrad Thompson, Sídero, el estudiante que no llegó a tener un nombre, Koldo, Luis García Luque.
Están todos igual, gracias por preguntar.
Están todos igual, gracias por preguntar.
Verano. Escalofrío. Después del tic siempre va el tac. Tanto lo había repetido. Josh nunca comprendió el verdadero significado. Tac. Qué siniestro sonaba desde tan cerca. Tac. Así que vuelta a casa. Josh siempre sintió seguridad con su cinturón. Ahora tocaba volver a casa. Con los cristales de la luna clavados en la piel. Bajo las llamas del depósito. A rastras. Contemplándo su seguridad. La culpa no es de nadie. Lo recordaba de aquel embarcadero azul. Hermosa simetría. O, al menos, simetría. Paró. Escupió sangre. Miró atrás. El denso humo negro se fundía con las nubes. Siempre se creyó capaz de conducir. Siempre con su cinturón. No comprendía nada. Ni cómo. Ni cuándo. Ni por qué. Sólo podía preguntarse qué pasaba en el otro extremo del mundo. ¿Seguía existiendo un eje de simetría? ¿El asfalto se manchaba de sangre en el otro extremo del mundo? No sabía nada.
Veo el mismo Seat León rojo acercarse a mi desde los dos lados de la calle. El asfalto se derrite bajo mis pies. Y las aceras. Y las señoras. Y los parques. Y el sol. Un niño sonríe con su pistola de agua recién comprada. Y su camiseta de la selección. El agua se derrite. Y las ventanas. Y los árboles. Y mis pensamientos, que no tienen tiempo de volar. Fluyen. El verano madrileño es pura rutina. Rutina líquida. Palabras. Imágenes. Sonrisas. El calor se derrite. Y yo.